![]() |
||||
¿Por
qué López Obrador no revive el proyecto de una
No habían logrado ningún logro positivo, pero al festejar el no-hacer como factor crítico de éxito de su gestión legislativa reforzó la visión de amplios sectores de la sociedad en el sentido de considerarlos como la oposición sin propuesta ni razón. Sin embargo, felices eran con su voto negativo y con su alianza con el PRI pensando en que ésta no sería nada más coyuntural y al menos duraría todo diciembre. La felicidad se fue al pozo cuando se discutía el techo de endeudamiento que el Congreso de la Unión aprobaría al gobierno del Distrito Federal para el ejercicio 2004. En vez de autorizar un límite de contratación de deuda por 2,500 millones de dólares, se permitió que se adquiriera sólo una quinta parte de esa misma cantidad: 500 millones de pesos. Del éxtasis de la negativa a la propuesta foxista pasaron a la depresión de que su propuesta fuera rechazada. Contrastaron al día siguiente las declaraciones de distintos y distinguidos miembros del PRD. El senador Demetrio Sodi argumentaba que no era posible que legisladores de otros estados decidieran sobre las necesidades de la capital porque hablaban sin estudiar sobre los temas, cosa que me parece bastante común en cualquier asunto de la vida nacional. Otros como Jesús Ortega y Dolores Padierna elucubraban sobre conspiraciones en contra de Andrés Manuel López Obrador, mientras que éste descalificaba a todos diciendo que “no le habían quitado ni una pluma a su gallo”, lo que lleva a reflexionar que si no le hace daño la disminución en el techo de endeudamiento ¿para qué lo quería en primer lugar? Pero haciendo gala del oficio político que lo ha distinguido prefirió aceptar lo irremediable y jugar con las fichas que tiene a su alcance. Curiosamente en el ámbito de lo posible y de la profunda creatividad con la que López Obrador conduce las riendas del Distrito Federal, con la facilidad que tiene para vender ideas de derecha a la izquierda un elemento que todavía no ha explotado es fomentar los ahorros en el gasto corriente de su gobierno reviviendo los planes de la primera administración perredista en la capital para adquirir energía eléctrica de una planta de generación privada. En los tiempos en que Cuauhtémoc Cárdenas era jefe de gobierno del Distrito Federal, éste tuvo la visión de adjudicar un contrato de compra de energía eléctrica a largo plazo a un consorcio privado. La contraparte privada, por su lado, financiaría, diseñaría, construiría y operaría la planta entregando electricidad al Departamento del Distrito Federal para sus necesidades de bombeo de agua potable y aguas negras, el sistema de transporte colectivo, los semáforos y el alumbrado público a un precio substancialmente inferior al que ahora se paga por estos mismos conceptos a Luz y Fuerza del Centro. La tarifa para bombeo a finales del 2003 se ubicaba alrededor de 1 peso por kilowatt hora, mientras que la de alumbrado se encontraba rondando los 1.80 pesos por kilowatt hora. El compromiso del ingeniero Cárdenas, antes de partir en campaña por la presidencia, era por una planta de 225 megawatts (MW) y construible con una inversión de 200 millones de dólares. Para ponerla en contexto, esta planta sería más o menos la mitad del tamaño de las plantas típicas que ahora contrata la Comisión Federal de Electricidad (CFE) bajo el esquema de Productor Externo de Energía (PEE). Los ahorros respecto al gasto actual que los habitantes de esta urbe pagamos como servicios públicos con nuestros impuestos pueden ser realmente significativos, dependiendo de cuánta energía de cada tarifa se consuma en el Distrito Federal. Tomando como referencia los precios a los que CFE compra la electricidad de los PEE, los ahorros que podría tener Andrés Manuel López Obrador irían desde los 750 millones de pesos a los 2,000 millones de pesos anuales. Esta última cantidad es igual a la capacidad de endeudamiento que recién se le negó en el Congreso a finales del año pasado. Habiendo
Cárdenas llevado el peso de conceptuar legal y técnicamente esta
idea, sería menester para López Obrador revivirla y ponerla en
marcha rápidamente. Los tiempos de puesta en marcha de dicha planta nos
llevarían a verla en funcionamiento a principios del 2006, cuando se
esperaría que ya se encuentre en plena campaña presidencial, pero
su legado a la ciudad sería de altísimo impacto por los destinos
alternativos que podría dar a la gran cantidad de recursos que se ahorrarían.
Si “por el bien de todos, primero los pobres”, probablemente Andrés
Manuel López Obrador debiera prestar atención a esta posibilidad
que, hasta ahora al menos, su gobierno no ha explorado.
|
||||