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Agotamiento
de Cantarell y ¿reforma en hidrocarburos?
El
secretario de Energía ha dado un primer aviso de que quiere promover
una reforma en hidrocarburos. Existe la percepción de que ésta
es una reforma inevitable y urgente. No obstante, por su complejidad es un tema
que requerirá mucho análisis y debate, por lo que difícilmente
se resolverá en poco tiempo, sobre todo ahora que el Congreso le ha declarado
la guerra a Pemex y a su director general.
DAVID
SHIELDS*
Consciente
de que la reforma eléctrica ha fracasado y que el yacimiento de Cantarell
pronto declinará rápidamente, el secretario de Energía,
Fernando Elizondo, ha manifestado que buscará la aprobación de
una reforma en hidrocarburos, sobre todo, con miras a desarrollar yacimientos
en aguas profundas del Golfo de México. Esto, en parte, explica el relevo
en la dirección de Petróleos Mexicanos (Pemex) para “renovar
el impulso” en la paraestatal e imponer una reorientación en la
política petrolera.
Los contratos de riesgo, las alianzas estratégicas con Pemex y la emisión
de certificados o acciones bursátiles de Pemex y de la Comisión
Federal de Electricidad (CFE) son las propuestas específicas que ha mencionado
el secretario de Energía. Ha dicho que “sería engañarnos
pensar que los recursos que necesita el sector puedan salir del presupuesto
federal. Es necesario evaluar otros esquemas que no representen más deuda
ni que signifiquen la privatización de Pemex. Tenemos problemas angustiosos
y serios, porque aún invirtiendo 220 mil millones de pesos anualmente
en el sector energético, para 2017 México estará importando
petróleo crudo”.
Otros funcionarios han confirmado las nuevas y “angustiosas” prioridades.
El director corporativo de Finanzas de Pemex, Juan José Suárez
Coppel, informó a inversionistas en una conferencia telefónica
que “no hay otro yacimiento para sustituir a Cantarell”. A su vez,
el subsecretario de Hidrocarburos, Héctor Moreira Rodríguez, dijo
que la máxima prioridad de la política de hidrocarburos será
desarrollar yacimientos en aguas profundas, en alusión al potencial prospectivo
(o “yacimientos preliminares”, como los definió el Presidente
Vicente Fox) anunciado por el director general de Pemex, Luis Ramírez
Corzo, el pasado 30 de agosto.
Dicho todo lo anterior, Elizondo asegura que el Ejecutivo no enviará
una nueva iniciativa. A su vez, el Congreso les ha declarado la guerra a Pemex
y a su nuevo al director general, Luis Ramírez Corzo, a quien, evidentemente
no lo van a dejar trabajar. En esa situación, y considerando el infame
ambiente político que prevalece, se ve muy difícil que el Congreso
se interese por una reforma en hidrocarburos como la que agradaría a
los señores Elizondo y Ramírez Corzo.
PEMEX
NO ALCANZA SUS METAS
En esta edición de Energía a Debate, Salvador Ortuño repasa
la situación petrolera mundial y menciona las hipótesis de Hubbert,
Campbell y otros estudiosos, quienes plantean que la producción petrolera
mundial se acerca a sus máximos niveles posibles. O sea, cuando se llega
al punto máximo de la producción –como sucederá en
esta década–, ya se habrá explotado la mitad de las reservas
totales recuperables en el mundo y comenzará la inevitable declinación
de la producción mundial. Campbell también sostiene que la producción
de México llegará a su máximo nivel histórico en
estos primeros años del siglo XXI.
En mi libro Pemex, un futuro incierto (Editorial Planeta, 2003) refrendé
esa teoría en el caso de México, con base en el hecho de que el
yacimiento supergigante de Cantarell tiene que declinar en esta década
y no hay otros yacimientos para sustituirlo. “Debido a la declinación
de Cantarell y a los tiempos que se requieren para incorporar nuevas reservas
y fuentes de producción, será toda una hazaña que Pemex
Exploración y Producción (PEP) logre que la producción
petrolera siga creciendo más allá del año 2004. La realidad
obliga a la conclusión de que será casi imposible, en la práctica,
que la producción petrolera en México pueda superar por mucho
sus niveles de 2003 y 2004 –es decir, un rango previsto entre 3,200,000
y 3,600,000 b/d– en algún momento futuro, salvo que PEP reoriente
sus esfuerzos y logre realizar proyectos de gran envergadura en aguas profundas
del Golfo de México” (Pemex, un futuro incierto, p.116).
En los últimos 18 meses, se ha observado que la producción de
Pemex se ha estancado alrededor de 3,400,000 b/d y no ha podido crecer para
cubrir la mayor demanda mundial. Además, en la práctica ya se
ha descartado la meta oficial de producir 4,000,000 b/d en el 2006. De hecho,
el temor es que los esfuerzos de PEP para mantener la producción y evitar
la inevitable declinación se agoten dentro de un par de años,
por lo que la caída de la producción en Cantarell podría
ser dramática en términos de su impacto en las finanzas públicas,
coincidiendo con el fin de sexenio (ver mi articulo, Cantarell: el que venga,
que arríe, Reforma, 19-10-2004). Documentos oficiales indican que la
extracción en Cantarell caerá a la mitad, es decir, de 2,200,000
b/d a 1,000,000 b/d en sólo tres años entre 2005 y 2008. Es decir,
se perderá un volumen casi igual a la producción total de Argelia
o Indonesia –países integrantes de la OPEP– o la mitad de
la producción de Gran Bretaña.
También muy preocupante es el estancamiento de la producción de
gas natural, que no ha vuelto a alcanzar –y mucho menos rebasar–
su máximo histórico de 4.8 mil millones de pies cúbicos
diarios (MMpcd) registrado en el año de 1999, a pesar de que las metas
oficiales de producción de Pemex son de 6.8 Bcfd en el 2006 y 8.7 Bcfd
en el 2010. Es decir, tanto en crudo como en gas, Pemex no cumplirá,
ni por mucho, con sus metas para este sexenio.
Ante el estancamiento y la inminente declinación de la producción,
el secretario de Energía por lo menos sugiere realizar una reforma en
hidrocarburos. Sin duda, se requieren medidas urgentes, pero tal parece que
el gobierno foxista apenas se dio cuenta. Durante cuatro años nunca envió
una iniciativa de reforma energética integral, ni una reforma en hidrocarburos
y nos dio a entender que era suficiente sólo una reforma eléctrica,
la cual ahora casi ha abandonado. El Ejecutivo nunca ha dicho que Pemex no alcanzará
sus metas ni que existan circunstancias graves que ameriten una reforma en hidorcarburos.
Por eso, el Ejecutivo no puede quejarse si la sociedad o el Congreso no toma
muy en serio la ocurrencia de realizar esta reforma.
LOS
TRES NUEVOS OBJETIVOS
En su visión de una reforma en hidrocarburos, Elizondo propone tres elementos:
contratos de riesgo, alianzas estratégicas y certificados bursátiles.
Se requerirían cambios constitucionales para concretar estas propuestas,
que es una razón más por la que se ve difícil su aprobación
por el Congreso. Curiosamente, Ramírez Corzo dio a entender en una entrevista
periodística que se podrían establecer nuevos contratos y alianzas
sin cambiar la Carta Magna.
La propuesta de los contratos de riesgo obedece a la hipótesis oficial
de que el potencial prospectivo en aguas profundas del Golfo de México
sólo se puede desarrollar en caso de ofrecer a las empresas transnacionales
la oportunidad de participar con base en un esquema que les permita registrar
en sus libros las reservas halladas y compartir la renta o la producción.
Además, según esta lógica, si se intentara desarrollar
estos yacimientos sólo con contratos de servicios y sin recibir inversión
privada de riesgo, ello podría elevar enormemente los niveles de endeudamiento
de Pemex, obligando al pueblo de México a asumir el riesgo de una costosísima
aventura –que requerirá unos 50,000 millones de dólares
en la próxima década– en busca de una riqueza, cuya existencia
aún no se comprueba.
Mientras tanto, la sociedad y el Congreso no han estudiado esta situación
ni cuentan con información adecuada para hacerlo. Así, fiel a
la tradición nacionalista, es seguro que el Congreso jamás aprobará
contratos de riesgo o de renta compartida, salvo que se aporten datos confiables
sobre la existencia de petróleo y argumentos convincentes sobre la necesidad
de compartir la riqueza con compañías internacionales. Veremos
si el Ejecutivo (o sea, PEP o la Secretaría de Energía) hace el
intento de aportar estos datos y argumentos.
En todo caso, se puede suponer que PEP podría licitar los primeros pozos
exploratorios en aguas profundas a través de contratos de obra, si en
los hechos ya otorga contratos por 300 ó 500 millones de dólares
a compañías de perforación para perforar pozos en Chicontepec
y Burgos, que, al parecer, son regiones menos prioritarias. Si los primeros
pozos resultan exitosos, el Congreso tendría la última palabra
para decidir si el desarrollo de los yacimientos debe hacerse a través
de contratos de obra o mediante opciones de riesgo y renta compartida.
Por lo pronto, el Ejecutivo tiene la tarea de convencer al Congreso y a la opinión
pública de que los contratos de riesgo y las alianzas estratégicas
con compañías internacionales sean indispensables para el desarrollo
de yacimientos en aguas profundas. Por lo pronto, parece que no tiene los argumentos
ni la convicción para hacerlo, además de que los tiempos políticos
son muy desfavorables.
La propuesta de colocar bonos o certificados de Pemex en la Bolsa también
tiene sus bemoles, porque será difícil convencer al público
inversionista de las bondades de invertir dinero en una empresa con una carga
fiscal tan onerosa, creciente endeudamiento, reservas petroleras a la baja,
rezagos tecnológicos y un inadecuado esquema de gobierno corporativo,
en el que los intereses de los consejeros no están alineados con objetivos
de mejora empresarial.
Si bien parece acertada y urgente la idea de reformar el marco jurídico
en la materia, las ideas esbozadas por Elizondo y Ramírez Corzo en entrevistas
recientes –que aún no aterrizan en una nueva “política
oficial” en hidrocarburos– aún se encuentran en estado embriónico
y deberán evolucionar en los próximos meses y años hasta
que se pueda hallar la fórmula que permita al país desarrollar
óptimamente sus recursos petroleros y gasíferos. Es un tema que
no se va a agotar o resolver en poco tiempo y que requerirá mucho análisis
y debate, con base en información completa y confiable –que la
sociedad y los legisladores aún no tienen– para que se puedan tomar
las decisiones más oportunas.
*Periodista,
consultor en materia de energía y autor de numerosos estudios sobre Pemex
y políticas públicas en México. Es licenciado en filosofía
y letras y en comunicación por la Universidad de Strathclyde, Escocia.
Es director general de esta revista.