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¿Cuándo
volveremos a integrar a Petróleos Mexicanos?
La pregunta no es si Pemex debe privatizarse. La alternativa
debiera ser reintegrarlo, con identidad y autonomía propias, para que
pueda servir mejor al progreso de México. Esto, al margen de otras reformas
o aperturas que pudieran realizarse en la industria petrolera nacional.
JOSE
ANTONIO BELTRÁN MATA*
El sector paraestatal mexicano –particularmente Comisión Federal
de Electricidad (CFE), Luz y Fuerza del Centro,y Petróleos Mexicanos
(Pemex)– enfrenta severos problemas operativos. Al margen del complicado
proceso de reformas estructurales en el aspecto fiscal y energético,
el gobierno federal tiene en su agenda de necesidades impostergables el elevar
la eficiencia general del sector en términos productivos, financieros,
administrativos y competitivos.
Para ser Petróleos Mexicanos un instrumento de acción estatal,
como empresa pública debe volver a contar con identidad y autonomía
propias.La modificación de la Ley Orgánica de Petróleos
Mexicanos publicada en el Diario Oficial de la Federación el 16 de julio
de 1992 –abrogando la del año de 1971– dio por terminada
una etapa en que la contribución de Pemex al desarrollo económico
nacional fue ser un instrumento al servicio de las instituciones del país,
operando en pro de la estabilidad política y del progreso de México.
La nueva ley estableció la descentralización de la paraestatal
en cuatro empresas y un corporativo. Carlos Salinas de Gortari determinó
en la exposición de motivos, presentada ante la Cámara de Diputados
del H. Congreso de la Unión, que se “optaba por separar las tareas
industriales y comerciales de Petróleos Mexicanos, sin desarticularlas
o desintegrarlas, para encargar las actividades que abarca la industria a organismos
descentralizados distintos, que tendrían un objetivo específico
creando cuatro organismos descentralizados de propiedad del Estado y controlados
por éste: con personalidad jurídica y patrimonio propios: estructurados
como empresas subsidiarias para apoyar y robustecer a Petróleos Mexicanos
en el desarrollo integral de la Industria Petrolera estatal”. El mandatario
agregó que “de no llevarse a cabo la reestructuración que
se proponía, no era aventurado asegurar que la evolución del quehacer
petrolero traería consigo la necesidad de nuevas unidades dentro de la
institución para corresponder al desarrollo y a las características
de los tramos de control y exceso en la centralización de decisiones
y responsabilidades de gobierno”
En el capítulo II (Organización y funcionamiento), artículo
décimo se estableció la conducción central de Petróleos
Mexicanos para garantizar la necesaria integración y unidad de acción,
en el órgano de gobierno, que hoy conocemos como Corporativo.
Unos meses antes de la firma del Tratado de Libre Comercio en diciembre de 1992,
concluyó la reestructuración de Pemex implementada por el gobierno
del presidente Carlos Salinas.Tres años más tarde, los Estados
Unidos aseguraban su acceso a las reservas de petróleo mexicano, mediante
la hipoteca de la factura de las ventas futuras de crudo que aseguraba el Acuerdo
Marco firmado por el Presidente Ernesto Zedillo.
CAMBIOS EN LA INDUSTRIA PETROLERA MUNDIAL
Paradójicamente entre 1970 y 2000 conmociones externas cambiaron la estructura
de la industria petrolera mundial.Una ola de fusiones y absorciones de fines
de los años noventa, bajo el impacto de los precios deprimidos del crudo,
cambió el panorama petrolero internacional. La industria internacional
del petróleo y del gas natural se encaminó hacia una mayor diversidad,
impulsada por la liberalización, la integración y la especialización.Compañías
petroleras con notoria eficiencia, tales como Mobil y PetroFina, decidieron
fusionarse a fin de tener un potencial de crecimiento ilimitado. British Petroleum
(BP) y Amoco resolvieron integrarse, logrando que la primera redujera sus altos
costos y la segunda se desprendiera del exceso de personal que lo caracterizaba.La
fusión e integración de Total y Petrofina, trajo como consecuencia
directa una importante racionalización de las operaciones y a una reducción
total de los costos.
Lo que ha caracterizado a estas empresas integradas, es el mejoramiento de las
ganancias downstream (refinación y distribución)
y la expansión de las operaciones upstream, a fin de
obtener un mejor equilibrio entre las necesidades de las refinerías y
la producción de crudo.
DESINTEGRACION: EL CASO DE PEMEX REFINACION
Mientras tanto, en México la desintegración de Pemex ha traído
como consecuencia un severo deterioro general, reducción de liquidez,
aumento de pasivo y grave descapitalización de los cuatro organismos
subsidiarios.
Tal es el caso de Pemex Refinación. En el período 1993-2001 su
pasivo se incrementó en más del triple al pasar de 32,138 a 106,577
millones de pesos constantes en 2001, mientras que en los mismos años
su patrimonio se redujo en más del 50 por ciento al pasar de 93,780 a
40,543 millones de pesos constantes.Todo esto derivado de la necesidad de cubrir
los faltantes de efectivo derivados de la ineficiencia en su operación.
Ahora bien, el resultado financiero de Pemex Refinación ha mostrado una
tendencia descendente.Sólo hubo resultados positivos en los años
de 1998 y 1999, pero cercano a cero. Esto significa que aún con una tendencia
de crecimiento en las ventas totales, los ingresos no alcanzaron a cubrir el
crecimiento de los costos y gastos del organismo.
Debe Petróleos Mexicanos recuperar la cadena de valor que había
formado hasta 1992.La integración vertical desde la exploración
hasta la comercialización ha sido la manera exitosa en que se han administrado
los gigantes petroleros.Los riesgos y las pérdidas de una actividad se
equilibran con las ganancias de otras actividades. La prioridad actualmente
para las compañías petroleras es la integración que les
permite beneficios en la economía total de la operación.
Los pobres resultados económicos observados en Pemex Refinación
se deben a múltiples factores, pero sin duda los que corresponden a políticas
del Corporativo de Pemx son trascendentales.Así es el caso de que los
precios y calidad de los crudos no son competitivos.A pesar de que Pemex Refinación
(PR) es el principal cliente de Pemex Exploración y Producción
(PEP), recibe un crudo con calidad inferior al que PEP y Pemex Internacional
(PMI) otorgan a sus clientes en el extranjero y sin embargo el Corporativo establece
que debe pagar el mismo precio que ellos.
Ejemplo de ello es el hecho de que Pemex Refinación tiene restricciones
en la selección de la canasta de crudos que produciría los mejores
rendimientos dada la infraestructura disponible. Como consecuencia, Pemex Refinación
está obligado a recibir crudo Istmo sintético (mezcla de crudo)
a un precio mayor que el de sus componentes generándole costos adicionales
por 44 mil millones de pesos en 2001 y de 106 mil millones en 2002.
Por otra parte, el alto costo financiero generado principalmente por la deuda
contraída con el Corporativo de Pemex, la cartera vencida de la CFE,
los efectos de los pagos adelantados del Impuesto Especial sobre Productos y
Servicios (IEPS) y la magnitud del pasivo laboral –que en Pemex Refinación
asciende a más de 59,000 millones de pesos– nos demuestran que
la medida tomada de desintegrar Pemex, no fue, ni lo es hoy, la mejor y más
sabia decisión.
Hablar de un Pemex integrado permitiría encontrar un equilibrio para
que se abriera la industria petrolera upstream posiblemente
a la inversión extranjera, atrayendo capitales, tecnología y experiencia,
que aseguraría la competencia de México con otros países,
entre ellos Rusia, país que a raíz del conflicto en Irak tiende
a extender su comercialización.
Pemex opera en uno de los más grandes mercados en el mundo, por lo que
su re-integración le permitiría asegurar la oferta de petróleo
y capturar una mayor porción de la renta económica al incrementar
sus operaciones en el downstream, además de que, como
petrolera estatal, tiene las ventajas que le brinda el hecho de que el gobierno
es quién establece la política energética.
*Ha sido asesor de la Presidencia de la República
en materia de política internacional. Es fundador y presidente honorario
de la Asociación Nacional de Distribuidores en Combustibles y Lubricantes.
Es autor de los libros "El empresario mexicano en la política",
"El petróleo, un punto de vista personal" y "La estructura
comercial en Petróleos Mexicanos".