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Eliminar las trabas al avance de la petroquímica

Dos mercados diferentes, el energético y el petroquímico, se basan en parámetros económicos que conducen a diferentes precios de los mismos insumos. Si nos damos cuenta de ello, será posible hacer competitiva y impulsar a la petroquímica en México, tarea que corresponde a la clase política.

ALFREDO PALMA FELLENBERG*

Es mucho lo que se ha discutido y publicado respecto a la inoperancia de la petroquímica mexicana. Creo que las trabas son más de carácter psicológico que de tipo legal o constitucional. En los últimos 12 años he estado muy cercano a esta problemática y he llegado a algunas conclusiones que deseo compartir con quién se interese. Y creo que debería ser del interés de todos los mexicanos, porque una industria petroquímica bien llevada podría estar contribuyendo en un porcentaje mucho mayor que el actual a la economía nacional y sería generadora de una derrama económica muy importante ademásde promotora de muchos puestos de trabajo que más adelante trataremos de cuantificar.

El mejor ejemplo de éxito en la petroquímica lo tenemos en Estados Unidos, donde en la Costa del Golfo han desarrollado uno de los conglomerados químicos más grandes del mundo basados en sus riquezas naturales en forma de petróleo y sus gases asociados. La pregunta que nace automáticamente es: ¿porqué no sucede aquí, a este lado de la frontera, donde las mismas riquezas naturales están dadas y en mayor cantidad?

Pienso que México se ha impuesto a sí mismo trabas que le impiden avanzar en este campo tan importante de la actividad industrial y llego a la conclusión de que se requiere de la voluntad política y de la información de aquéllos que portan esa responsabilidad política para lograr un cambio. Mi intención con este artículo es llegar a aquellos responsables de los destinos del país para contribuir a lograr ese cambio que permita aprovechar las ventajas que México tiene, pero que no está capitalizando.

La vocación petroquímica de México es enorme, no sólo por sus riquezas naturales, especialmente su petróleo, sino por los excelentes profesionales que generación tras generación salen de sus universidades. Si no se les da oportunidades a esos jóvenes, se irán a otros lugares a buscar la forma de desarrollar sus facultades óptimamente. La industria petroquímica es una gran fuente de trabajo para personal altamente calificado que no está obteniendo esa oportunidad en este país.

La problemática de desarrollar la industria petroquímica mexicana debe ser analizada sin pensar en los intereses de grupos o personas, sino pensando solamente en el interés superior del país de desarrollar a su pueblo y su economía utilizando todos sus recursos eficientemente. La clase política debe llegar a comprender el error histórico y reaccionar para darle a la petroquímica el lugar que le corresponde.

El entendimiento de los mercados es básico para llegar al meollo del tema. Además, debemos comprender el sistema de cómo se manejan los recursos naturales cuando éstos son administrados por el Estado. Así podremos llegar a responder a la pregunta básica del por qué no avanza la petroquímica en México y entender cómo eliminar las trabas para ese avance, a fin de que podamos tener una industria petroquímica potente y competitiva en los mercados internacionales.

DOS MERCADOS, LOS MISMOS INSUMOS

La petroquímica no está basada solamente en el petróleo sino también, y en buena parte, en sus gases asociados. La ventaja de estos últimos es que contienen elementos básicos ya en una dimensión de moléculas pequeñas que son fundamentales para desarrollar la petroquímica básica, como son el metano, el etano, el propano y el butano, solo para mencionar algunos de esos elementos.

El otro camino a la petroquímica es la utilización de las naftas que se obtienen del petróleo en su proceso de refinación y que contienen moléculas más grandes que las anteriormente mencionadas, las cuales deben ser sometidas previamente a un proceso químico de achicamiento para llegar a los mismos elementos más pequeños ya contenidos en los gases asociados y así comenzar la construcción de otras moléculas en los procesos petroquímicos, dándoles valor agregado a través de su utilización en las cadenas de productos que de ellas se derivan y generando así lo que llamamos el mercado petroquímico.

El petróleo y sus gases asociados son también los insumos básicos de otro importante mercado, que es el mercado de energía. En este mercado, las mencionadas moléculas se utilizan para generar principalmente combustibles y electricidad, por lo que la valorización de esas moléculas en esos dos diferentes mercados, el energético y el petroquímico, no es necesariamente la misma. Al contrario, es básicamente diferente.

Entendiéndose esta realidad, se subentiende inmediatamente que ambos mercados, el energético y el petroquímico, están basados en economías diferentes y, por lo tanto, en parámetros económicos que conducen a diferentes precios de los mismos insumos para poder ser competitivos en los mercados que se derivan de ellos.

Hay una diferencia adicional entre estos dos mercados que es importante señalar aquí para apoyar las conclusiones posteriores: el volumen de esos mercados. El mercado energético consume en promedio mundial más del 90% de la producción de petróleo y sus gases asociados. Entre 8 y 10% de ese volumen, según mis cálculos, va a la industria petroquímica, lo cual, desde el punto de vista de la economía de los pueblos y de la protección ambiental, es un derroche de los recursos naturales, ya que sería mucho más eficiente utilizar esos recursos, en un primer paso, como fuente de petroquímicos y, en un segundo paso, estos petroquímicos como fuentes de energía. De hecho, ésta es una tendencia que se observa hoy en los países más desarrollados.

En México, el porcentaje de su producción total de petróleo y sus gases asociados que van a la industria petroquímica es muchísimo menor que el promedio mundial. Si utilizamos una cifra de producción de petróleo crudo y gas asociado, más gas seco, del año 2001 en México, ésta llega a alrededor de 200 millones de toneladas. La producción total de petroquímicos mas sus derivados alcanzó el mismo año 9 millones de toneladas, (cifra que ha bajado en 2002 y 2003), lo cual representaría un 4.5% de la producción total de hidrocarburos provenientes del petróleo y de sus gases asociados.

Sin embargo, esta cifra no representa la realidad nacional, ya que los petroquímicos básicos están contados nuevamente en los derivados de ellos. Para comparar las cifras de producción de petroquímicos de México con las totales a nivel mundial, debemos contar solamente los primeros petroquímicos básicos, de los cuales no todos se producen actualmente en México, o más bien en cantidades insignificantes, como por ejemplo, el metanol, el propileno y el butadieno. De esta forma, encontramos que en México menos del 1% de la producción de petróleo y sus gases asociados se destinan a la producción de petroquímicos básicos.

EN MEXICO, SOLO HAY MERCADO ENERGETICO

Este fenómeno se da así gracias al alto valor que el mercado de energéticos en la región del TLC genera para esos insumos y que llamamos precio de oportunidad. La designación es muy concluyente y se ajusta perfectamente al efecto que logra y que es precisamente negativo, ya que oportunamente se venden esos recursos al precio dentro del mercado energético, genera riqueza al corto plazo y nos hace descuidar totalmente una estrategia de largo plazo la cual sería la de desarrollar la petroquímica a través de grandes inversiones que el gobierno, junto con Petróleos Mexicanos (Pemex), no están en condiciones de solventar.

Para desarrollar la petroquímica a un nivel de escala mundial se requiere de un porcentaje relativamente bajo de los recursos naturales que México posee y no interrumpe de ninguna manera las actividades en el mercado energético que genera el valor agregado al corto plazo, sin realizar grandes inversiones al nivel actual de producción, pero reconociendo que el gobierno, junto con Pemex, deben seguir invirtiendo grandes sumas en prospección y exploración de nuevas fuentes de esos recursos naturales, lo cual a la larga se manifestaría positivamente en ambos mercados, el energético y el petroquímico.

Mientras que México tenga que importar gas en una cantidad equivalente a entre 10% y 20% porcentaje que puede elevarse más si no se aumenta la producción nacional , se dificulta, desde luego, una discusión sobre diferenciación de precios para ambos mercados, por lo que con mayor razón hay que acelerar la producción de gas para lograr el autoabastecimiento y facilitar el proceso de cambio.

Sin embargo, poniéndonos hoy en el supuesto teórico de que fuésemos autosuficientes en gas y que además tuviésemos un excedente para exportación, el precio de oportunidad en el mercado energético seguiría determinando el precio interno y continuaríamos retrasando el desarrollo de la petroquímica por el mismo motivo. Si da lo mismo provocar el cambio hoy o más tarde, como importadores o exportadores de gas, ¿porqué no lo hacemos inmediatamente?

Las razones principales de esta situación ya están dichas. El mercado energético es dominante. El precio que utiliza el gobierno y Pemex para vender sus hidrocarburos es el de oportunidad en la región del TLC y la regulación y normatividad en esta materia impiden un manejo flexible del precio de esos insumos por parte de los responsables para poder ser competitivos en el mercado petroquímico internacionalmente.

En su Programa Sectorial de Energía 2001-2006 dentro del Plan Nacional de Desarrollo, el gobierno menciona muy escuetamente a la petroquímica, pero reconoce en una de sus líneas de acción para reactivar esa rama de la industria la necesidad de revisar la actual política de precios de las materias primas básicas, para que sea acorde a la de los productores internacionales con los que se compite y que se rija por medio de contratos de largo plazo .

Es decir, ¡ya está entendido por donde va el problema! Se trata de encontrar el camino para que las instituciones gubernamentales puedan administrar los recursos naturales del país eficientemente en diferentes mercados sin que se genere la duda que se estuviere otorgando un subsidio o cualquier otro tipo de crítica que implique el favorecimiento de algún sector en especial, más aún si el valor agregado que genera la petroquímica es mucho mayor que el valor de la venta oportuna de esos recursos en el mercado de energéticos.

La iniciativa privada estaría dispuesta a participar en la reactivación de esta importante rama de la economía si se dieren las condiciones necesarias para su competitividad en los mercados internacionales. ¡Y serían vastos los sectores de la petroquímica donde podría actuar el sector privado sin ningún impedimento de tipo constitucional! Ese sector podría producir prácticamente todos los químicos básicos sin salirse del marco constitucional actual, partiendo directamente de los recursos naturales del país. Solamente se debe generar el acceso a esos recursos para que la iniciativa privada invierta grandes capitales sobre una base sólida de que esos recursos estarán a su disposición con contratos de largo plazo, ya sea con Pemex o con el gobierno, y a precios competitivos en los mercados internacionales.

Una política de esta naturaleza no solo favorece al sector privado, como muchos podrían pensar, sino que también directamente al gobierno y a su pueblo mediante la generación de más riqueza a través de nuevos empleos, la disminución de la importación de petroquímicos y el aumento de la exportación de los mismos como veremos más adelante.

FRENOS A LA PETROQUIMICA

Queda claro que estamos en presencia de dos mercados diferentes que requieren de un tratamiento individual y que en México actualmente no estamos en condiciones de manejar esa diferencia, amarrándonos alprecio de oportunidaddel mercado de energéticos y no permitiendo con ello desarrollar la petroquímica nacional.

No se vale que, por el hecho de tener que importar gas para cubrir las necesidades del país, principalmente en su zona noroeste, tengamos que regirnos por el precio como energético que fija ese mercado dominado por los vecinos del norte y no podamos desarrollar nuestra petroquímica en el sureste, donde el gas propio es abundante y donde requerimos una cantidad equivalente a la que importamos para desarrollar un primer proyecto petroquímico que nos permitiría producir 1.5 millones de toneladas al año de etileno. Con este proyecto, más la serie de proyectos aguas abajo que se deben generar y que estarían en gran parte a cargo de la iniciativa privada, se podría mejorar en un 20% la balanza negativa de petroquímicos, la cual ya alcanza la cifra de 6 mil millones de dólares al año.

La Costa del Golfo de Estados Unidos aloja el 25% de la capacidad mundial de etileno, el primer químico básico derivado del etano, habiendo ese país desarrollado en esa región el mercado petroquímico más grande del mundo en medio del mercado energético del gas natural en la región del TLC que une a ese país con Canadá y México.

¿Por qué México no ha logrado lo mismo o más?La experiencia indica que las grandes plantas petroquímicas se instalan allí donde se asegura un precio competitivo de la materia prima con contratos de largo plazo, por las enormes inversiones que la petroquímica requiere. Esto fue posible en Estados Unidos porque los recursos naturales en ese país son administrados en gran parte por la iniciativa privada y ésta maneja internamente diferentes precios para los diferentesmercados.

En países como Irán, Arabia Saudita o Venezuela, solo para mencionar algunos, donde no hay un uso alternativo para su gas natural y no existe un precio de oportunidad en un mercado de energéticos, los gobiernos ofrecen ese recurso natural a precios muy competitivos que hacen interesante la inversión en petroquímica en ellos, a pesar del riesgo político que esos países representan. Por ejemplo, el precio del etano en Arabia Saudita es de 38 dólares por tonelada, en Irán y Venezuela, 65 dólares, y en México, de 160 dólares (cifras del 2001).

Un precio competitivo para los grandes productores de polietileno a nivel internacional, dentro de un contrato a largo plazo y, si deseado, con posible participación del gobierno a través de Pemex, estaría entre 38 y 65 dólares por tonelada, equivalente a estar entre 0.75 y 1.25 USD por millón de BTU (unidad que se utiliza en el mercado de energéticos). Solamente con esos productores se podría instalar un gas-cracker de escala mundial y ser competitivos, además de atraer otras inversiones petroquímicas que utilizan el etileno en menores cantidades, pero que, por ello, no son capaces de justificar esa gran inversión.En los últimos tiempos, el gas natural en México se ha cotizado en 4 dólares por millón de BTU o más, es decir, 300% más caro que lo que se requiere para desarrollar ese proyecto específico que a la larga le reportaría muchos más beneficios al gobierno y a su pueblo.

Como resultado de estos argumentos, debemos llegar a la conclusión que México tendría el privilegio, como Estados Unidos, de atender a dos mercados paralelos, pero que no lo hace por las trabas autoimpuestas de no poder manejar dos precios diferentes, descuidando así el desarrollo de su vocación petroquímica y perdiendo sexenio tras sexenio las oportunidades de atraer grandes inversiones en ese sector, inversiones que a la larga le reportarían al país mayores ingresos creando fuentes de trabajo, generando nuevos impuestos y evitando la importación masiva de petroquímicos con mayor valor agregado sobre el precio de exportación del equivalente en hidrocarburos mexicanos, porque, evidentemente, el petróleo y el gas natural mexicano no se utiliza en el exterior solamente para ser usado como combustible, sino que también en un cierto porcentaje (no mayor que un 10%) para la producción de petroquímicos que luego debemos importar por la falta de la producción nacional de los mismos.

NO CAPTAMOS VALOR AGREGADO

¿Qué es lo que nos estamos perdiendo? Las inversiones no realizadas son el primer factor que contribuiría al valor agregado que quedaría en el país si ellas se dieran. Es decir, hay un impacto económico importante durante el período de construcción de una planta petroquímica, el cual es de corto a mediano plazo.

Luego le siguen todas las actividades que acompañan a cualquier actividad productiva, como son la energía y otros recursos que utiliza, el nuevo empleo y el efecto multiplicador generado por los nuevos salarios, además del ingreso adicional del gobierno a través de los nuevos impuestos y de la disminución del balance deficitario, gracias a la producción propia contra las importaciones. Es decir, hay un impacto económico más importante durante la operación de esa planta petroquímica, el cual es de largo plazo.

El estudio realizado por Chemical Market Associates, Inc., (CMAI) por encargo de la Asociación Nacional de la Industria Química (ANIQ) sobre los efectos del precio del etano sobre la economía nacional es contundente en sus resultados, recomendando urgentemente una política de precios agresiva para esa materia prima y alentar así las inversiones en ese campo. Recomiendo la atenta lectura de ese estudio para una mayor comprensión de toda la problemática.

Esas cifras no se han convertido en realidad porque el etano, muy abundante en el gas asociado al petróleo, se vende a los productores nacionales al nivel del precio en el mercado energético en la costa del Golfo de Estados Unidos, menos el diferencial de transportación más el costo del servicio y el de extracción. Este precio, según mi modesta opinión, debería ser una variable discrecional del gobierno mexicano para hacer competitivo al país en petroquímica.

Pero lo más significativo es que actualmente, y ya desde hace varios años, Pemex cuenta con un excedente de aproximadamente 1.5 millones de toneladas de etano puro al año, después de la separación del gas asociado, que no puede utilizar por falta de plantas y que debe revertir a la corriente de gas seco que se va al mercado de energéticos para ser usado como combustible.

Esta cantidad es la que se requiere para instalar ese gas-cracker de escala mundial que contribuiría a alentar inversiones de gran envergadura (calculo mil millones de dólares para la planta de etileno e infraestructuras más dos mil millones de dólares en inversiones adicionales que la deben acompañar simultáneamente) que mejoraría la balanza de pagos negativa de la petroquímica en un 20% (unos mil 200 millones de dólares al año) y generaría un número significativo de empleos directos e indirectos con una interesante derrama económica en casi todos los sectores de la industria.

¡Y aquí estamos hablando solamente de la cadena del etano! Un análisis de las cadenas correspondientes del propano y del butano, que conducen a otros y muy necesarios petroquímicos,nos llevarían a resultados similares aumentando aún más las ganancias potenciales del país. En otras palabras, estamos perdiendo mucho,y en toda la línea, por no invertir en la petroquímica.

CONCLUSIONES

La generación de riqueza para México, tanto para el gobierno como para el pueblo, a través de un mejor aprovechamiento de sus recursos naturales en cuanto a petróleo y sus gases asociados en el campo de la petroquímica sin afectar sus actividades en el sector energético a semejanza de Estados Unidos es perfectamente factible, si se redefinenalgunas condiciones actuales para facilitar la participación de la iniciativa privada, atrayendo grandes inversiones en ese sector.

La clase política es la que debe diseñar el tipo de país que se desea y darle un claro sí a la petroquímica, poniéndola en el lugar que le corresponde y creando las condiciones que le permita a nuestro patrimonio intelectual desarrollar su capacidad aquí, en México.

Los recursos naturales de México son de los mexicanos, pero ellos no tienen la posibilidad de definir su buena administración directamente, una que realmente les traiga beneficios. Sólo pueden hacerlo indirectamente, a través de la elección de sus representantes. Pienso que es una falta de información de esos representantes la que les impide decidir qué es mejor para sus representados y no ven lo que el país está perdiendo por no sacar adelante su petroquímica con ayuda del sector privado, activando capitales que se están desviando hacia otros países y regiones del mundo, donde las condiciones, aparentemente, son más atractivas.

Espero que este artículo contribuya a mejorar el nivel de información de los responsables para que logren alcanzar las tan requeridas decisiones en este campo de la actividad industrial del país y que no se produzca una nueva generación frustrada por no haber tenido la visión de largo plazo necesariapara cambiar el rumbo actual.

*Es consultor privado de la industria química. Es ingeniero químico de la Universidad de Santiago, Chile, y doctor en Ciencias Naturales de la Universidad de Mainz, Alemania. Trabajó en BASF en Alemania, Colombia y México. Durante 12 años hasta 2003, como alto ejecutivo de BASF Mexicana, tuvo bajo su responsabilidad el desarrollo del complejo químico del Grupo BASF en Altamira, Tamaulipas. (palma@serpronet.com)