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Regresar a la lista artículos | Inicio Límites autoimpuestos a la expansión de la oferta de energía en México Mientras los mercados globales de energía y de capitales se mueven con rapidez, los preceptos constitucionales y la capacidad de endeudamiento del gobierno restringen el aumento de la oferta de energía. Esto reduce las opciones para la industria nacional y el bienestar de la población. LUIS FARÍAS* Ante los tiempos turbulentos por los que pasamos, vale la pena abstraerse del caso México por un momento para repasar algunos datos de la escena energética mundial. El primer factor que salta a la vista es cómo el impresionante crecimiento de China, junto con la recuperación de la economía de Estados Unidos, han impartido una presión pocas veces vista sobre el complejo energético mundial. La mayor demanda ha ocasionado que los precios del petróleo crudo se sostengan por arriba de los 30 dólares por barril desde el 2000, sin perspectivas de un relajamiento en el corto plazo. Estos no son los precios más altos de la historia, pero, para ponerlos en contexto, los niveles de precio de los últimos meses son similares en términos reales a los que se experimentaron durante el primer shock petrolero de la segunda mitad de la década de los setenta. Ya China sobrepasó recientemente a Japón con un consumo un poco mayor de 5 millones de barriles por día, la cuarta parte del consumo de Estados Unidos. No parece haber freno a corto plazo para el creciente apetito por los derivados del petróleo en China.. Otro combustible que ha aumentado su precio es el carbón térmico que ahora se cotiza descargado en puertos del Norte de Europa y Japón entre 70 y 80 dólares la tonelada, contra 35 ó 40 dólares hace no más de un año. Se interpreta como una consecuencia del mismo fenómeno chino, que se puede descomponer en dos factores: el primero se relaciona con el hecho de que, en los últimos meses, el gobierno chino ha limitado las licencias de exportación de carbón hacia otros países consumidores en Asia, particularmente Corea, enviando señales inequívocas de escasez, elevando los precios en el origen. El segundo factor está relacionado con los fletes marítimos que también están en niveles históricos. El inusitado flujo de materias primas desde y hacia China ha ocasionado una escasez de barcos que, aun con los astilleros a máxima capacidad, algunos expertos predicen perdurará hasta bien entrado el 2006. El carbón ha sufrido incrementos similares aún en Estados Unidos. Si observamos los precios indicativos en la región carbonífera de los Apalaches centrales, desde 1985 se había tenido una estabilidad adictiva alrededor de los 25 dólares por tonelada FOB. Esto fue así hasta el 2002. En los últimos 15 meses hemos visto subir los precios en un 120% por encima del promedio histórico. La consolidación de la industria carbonífera americana condujo a cierres de minas que han convertido a Estados Unidos en un importador neto de manera creciente, con lo cual no está aislado de los precios internacionales. El director comercial de una de las grandes empresas de carbón en ese país me decía recientemente: es nuestro turno, ya nos tocaba . Parecía gozar. El gas natural es otro combustible que se ha vuelto caro y volátil en Norteamérica. En una reciente conferencia sobre el tema en Houston, el consenso fue que no hay manera de abastecer la creciente demanda con suministro propio desde Estados Unidos, Canadá y México. Por el lado de la oferta, al parecer en esta región no había tanto gas como se pensaba en los 90 s. Se contabilizaron más de 30 proyectos de terminales de re- gasificación en esta región para poderlo importar desde Africa, Oriente Medio y Rusia. Por el lado de la demanda, a pesar de que hay industria química cerrando procesos, hay incrementos netos debido en buena medida al aumento de capacidad instalada de plantas de ciclo combinado en Estados Unidos y México. Sólo en Estados Unidos se instalaron mas de 100,000 MW entre 1999 y el 2002, después de no haberse invertido en capacidad eléctrica en mas de una década. Independientemente de las causas, la realidad es que cualquiera que quiera comprar futuros de gas para asegurarse enfrenta un precio de 4.80 dólares por millón de BTU en el 2008. Todo indica que tenemos enfrente una posible prolongada escasez aguda de energía en los mercados mundiales. Ante esta realidad externa, es obligada la pregunta:¿Está preparado México para este escenario? Según el balance nacional de energía, en el 2002 exportamos 3,900 petajoules de petróleo e importamos 900 petajoules de gas, carbón, gasolinas y otros. Con lo cual exportamos 3000 petajoules netos. Ahora México tendría por lógica que estar aumentando la oferta energética vigorosamente para aprovechar esta coyuntura al máximo. Tendríamos que incrementar la exportación de petróleo. En lugar de importar, deberíamos poder exportar gas y gasolina, etc. LIMITACIONES DEL GOBIERNO FEDERAL ¿Que nos limita? A pesar de ser productores de energía, Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) no se benefician realmente de la situación favorable de precios, ya que la estructura de control a la que están sometidas les impide utilizar los mayores beneficios de su explotación. Dado que todos los beneficios fluyen a la Secretaría de Hacienda, quiere esto decir que los proyectos de inversión para aumentar la oferta de petróleo, gasolinas, gas y electricidad tendrán que competir con proyectos de carácter social. Me imagino que algún funcionario del gobierno debe decidir al final si propone la construcción de 100 hospitales o una nueva refinería. Varias administraciones han concluido que es preciso complementar la inversión pública con inversión de particulares para desarrollar la oferta energética en el país y para ello han desarrollado esquemas como los proyectos de gasto diferido (Pidiregas), los productores independientes (IPPs), los contratos de servicios múltiples (CSM), etc. En estos esquemas, los particulares invierten en el desarrollo del proyecto y se cobran a través de un contrato de largo plazo. Sin embargo, todos los esquemas utilizados colocan claramente las obligaciones del pago de los financiamientos en el gasto del gobierno y sus empresas. Cualquiera analista concluiría que no son otra cosa mas que deuda soberana, con lo cual quien está invirtiendo realmente es el gobierno federal, mediante deuda pública. Hay quienes opinan que se debe otorgar a las paraestatales autonomía de gestión, además de modificarles el régimen fiscal. En mi opinión eso no resuelve el dilema fundamental de quién asume la carga de la expansión del sector. La autonomía simplemente envía la carga mas abajo hacia un ente totalmente respaldado por el gobierno federal. No se crean más posibilidades, ni mayor riqueza. Probablemente con este esquema sea más fácil financiar y construir proyectos, pero a costa de disminuir los ingresos federales. ¿Cuál es la ventaja? Por cualquier lado que se le vea, el aumento de la oferta energética en México está limitado necesariamente por la capacidad de endeudamiento del gobierno federal. Salvo en materia de electricidad, no ha habido propuestas significativas para eliminar estas limitaciones al crecimiento. Se han hecho varios planteamientos para modificar el marco jurídico eléctrico con el fin de permitir la participación de los particulares. Una que llama la atención por lo sencilla y a la vez efectiva, es la que permitiría la compra-venta entre particulares, sin recursos del gobierno, sin respaldos ni avales soberanos y sin tocar el servicio público, que seguiría siendo una obligación del Estado. ¿Cuál es el problema? ¿Por qué nos autolimitamos? Otro límite autoimpuesto que resulta costosísimo está asociado con la capacidad de extracción de gas natural. ¿Cómo es posible que México importe una cuarta parte del gas natural que consume? ¿Cada cuándo nos preguntamos si la extracción y comercialización del gas natural no asociado (el que no sale por accidente con el petróleo) debería ser facultad exclusiva del Estado? ¿Acaso Cárdenas tenía el gas natural en mente cuando nacionalizó el petróleo? ¿No podríamos reclasificar el gas como un recurso mineral y tratarlo como el carbón, el cual se concesiona a los particulares que lo encuentran?. LIMITACIONES DE LOS GRANDES CONSUMIDORES Por el lado de los grandes consumidores, el escenario trae malas noticias. Además de los límites del país, o quizá derivado de los mismos, sus opciones de actuación son también limitadas. La planta productiva no está preparada para efectuar los cambios en sus procesos a la velocidad que dicta el entorno. La infraestructura portuaria y de transporte hacen inviables muchos procesos de reconversión a combustibles sólidos en ciertas zonas geográficas. Los consumidores particulares han identificado la extracción de gas natural, su cadena productiva y el sector eléctrico como elementos claves para la competitividad industrial y con justa razón han expresado interés en participar en ellos con el fin de controlar sus costos. Paradójicamente, estos rubros no son los más rentables para el gobierno. Lo lógico sería pasar la carga de su desarrollo al sector privado, reteniendo el negocio más rentable que es el petróleo. Mientras los mercados globales de energía y de capitales se mueven con rapidez de vértigo, afectando las esperanzas en el futuro de millones de mexicanos, nosotros estamos atados por una serie de preceptos constitucionales. Parece que en México la lógica termina donde empieza la Constitución. * Es licenciado en Física por el ITESM, PhD por la Universidad de Londres y Post Doctoral Research Fellow en la Universidad de MacMaster. Fue gerente de Planeación Tecnológica de HYLSA y actualmente se desempeña como vicepresidente senior de Energía de Cementos Mexicanos (CEMEX). (luis.farias@cemex.com)
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