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Energía a debate, Septiembre-Octubre 2009

Pemex: el tamaño del consejo

 

¿Quién podrá devolverle el alma a la paraestatal?

 

Mario HernÁndez Samaniego*

 

Será posible que el consejo de administración de Pemex, fortalecido ahora con cuatro flamantes consejeros profesionales y una variedad de comités y comisiones de apoyo, sea capaz de atender exitosamente los serios problemas que afectan a la primera industria nacional?

Se ha dicho que la imaginación es el arma más poderosa que puede blandir el hombre. Solo ella nos deja mirar hacia donde nos conduce el presente. Ojalá los señores consejeros tengan la imaginación y el valor necesarios para mirar de frente al presente y cambiar el futuro que nos amenaza. Bajo ese criterio merece la pena un pequeño y somero apunte de lo que se ve a distancia qué está sucediendo a Pemex y, peor aún, de lo que se avecina.

Actualmente, cada día que transcurre se exporta petróleo a un ritmo cada vez menor al que se procesa en las refinerías, de suerte que en nueve años la producción de petróleo apenas alcanzará para cubrir la capacidad de refinación actual, sin incluir la nueva refinería. Esto quiere decir que  si seguimos como vamos, en nueve años, no habrá con qué satisfacer cabalmente a las seis refinerías y menos aun a siete. A partir de ahí habrá que importar petróleo de donde se consiga y al precio que sea. ¿No será prudente reducir o eliminar la exportación para darles de comer a las refinerías unos años más, para explotar racionalmente el crudo que nos queda y obligar a la burocracia que nos gobierna a ponerse las pilas y dar también de comer al fisco?

Si, pero ¿y qué chance hay de que Chicontepec y aguas profundas nos saquen del atolladero? Si se insiste en perforar mil pozos al año en Chicontepec durante una década, estaremos produciendo al final del período nueve veces más por día de lo que produce ahora. Es decir, que al cabo de nueve años estaremos produciendo 300 mil barriles por día —aunque las gentes de Pemex dicen que serán 550 mil—, volumen equivalente a un tercio de lo que refinamos actualmente.

¿Y qué de aguas profundas? Supuesto caso de que se encuentre petróleo,  tardará nueve años en producir, y cuánto, sólo Dios sabe. Vale imaginar meter el acelerador al fondo explorando tierra adentro y aguas someras que ofrecen buenas perspectivas a menor plazo.  De paso, hay que añadir que se suprimieron todas las brigadas de exploración y se malbarataron los equipos de perforación y que ahora hay que depender en buena medida de extranjeros para la exploración y la perforación.

Y hablando de tecnología, se alquila o se compra la que los extranjeros nos vendan luego de sacarle raja. ¿Y el Instituto Mexicano del Petróleo? Bien, gracias, fabricando doctores.

Vale recordar que hace más de treinta años una organización verdaderamente efectiva —a cuyo frente había 40 funcionarios de alto nivel, de subgerente a director general, que concibieron e hicieron realidad a un Petróleos Mexicanos cuya capacidad de producción de petróleo crudo sorprendió al mundo petrolero—  montó seis refinerías, 60 plantas petroquímicas y una vasta red de ductos y terminales terrestres y marítimas. 

Pero pasados los años, esa plantilla de jefes creció a más de mil y se encargó no sólo de poner en crisis el suministro de petróleo, sino de no construir más refinerías, de dejar fuera de operación un tercio de las plantas petroquímicas y desmantelar un buen número de ellas, de tolerar que se operen las refinerías al 85 por ciento de capacidad, de acabar con la producción de fertilizantes nitrogenados dando lugar a un lucrosísimo negocio de importación que gravita seriamente en la productividad y competitividad del campo nacional frente a la competencia. Y por otra parte, contaminando el gas natural con nitrógeno inyectado a pozos con lo que sufre la industria nacional serio golpe competitivo.

¿Y cómo evitar que, al montar la nueva refinería, suceda lo que a dos refinerías cuya reconfiguración se retrasó de varios años y que quedaron plagadas de errores en manos de contratistas extranjeros trabajando con ingeniería, mano de obra y materiales y equipos de su propio país? ¡Y qué decir de una dirección general atada de manos por un fisco indiferente a los problemas de la institución y por una normatividad castrante?  

¿Cómo explicar que creciendo 25 veces el cuerpo directivo suceda esto? Una posible explicación es que precisamente para gobernar ese cuerpo Pemex se dividió en cinco filiales y un corporativo,  tripulando generosamente cada uno de ellos con funcionarios improvisados en una multiplicidad de direcciones generales, subdirecciones, coordinaciones, gerencias y subgerencias que se reúnen en interminables juntas complicando y eludiendo la toma de decisiones por tener que acatar directrices de secretarías de Estado, funcionarios superiores varios y un consejo, todos ellos ajenos a las operaciones de la paraestatal.

Puede decirse, en resumidas cuentas, que Petróleos Mexicanos  ya perdió el alma y va en camino de perder el cuerpo, de ahí que es justo pensar que la administración ha sido incapaz de devolverle la primera y sanarle el segundo, y vale preguntar si el consejo enriquecido con múltiples comisiones y comités tendrá los tamaños para ello.

 

*Fue subgerente de petroquímica y gerente de refinación de Petróleos Mexicanos (Pemex). Laboró en la empresa durante 30 años. Es miembro del Grupo Pemex Constitución del 17.

Energía a Debate es una revista bimestral de análisis y opinión de temas energéticos,
editada por: Mundi Comunicaciones, S.A. de C.V.