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Regresar a la lista artículos | Inicio Sheraton, cubanos y hoyos de dona La geopolítica en el Golfo de México convierte a Cuba en un factor estratégico para los intereses regionales de los Estados Unidos por la posibilidad de que se incrementen las reservas petroleras cubanas. ROSÍO VARGAS SUÁREZ* La expulsión de 16 ciudadanos cubanos del hotel María Isabel Sheraton de la Ciudad en México el 3 de febrero pasado, cuando realizaban negociaciones con empresarios del ramo petrolero estadounidense, suscitó una amplia polémica en la sociedad mexicana. Bajo el argumento de la aplicación de la Ley Helms-Burton a través de una empresa subsidiaria estadounidense, México fue arrastrado por un asunto en el que no participaba directamente, excepto por haber ocurrido en territorio mexicano. El incidente tiene, sin embargo, consecuencias para su política exterior e incluso para su política petrolera. La tesis sugerida en torno a las implicaciones del incidente es que ilustra la renuencia de la administración del presidente Bush a que Cuba reciba inversión extranjera en su sector energético que le permita mayores descubrimientos petroleros, en virtud del impacto favorable que esta situación puede tener para el gobierno del presidente Fidel Castro. Al promover un boicot al encuentro empresarial, se trataría de obstaculizar que las empresas estadounidenses invirtieran en Cuba, además de que existe la posibilidad de una mayor explotación de crudo al lado estadounidense de la frontera marítima, incluso con el drenaje de los recursos del lado cubano por el “efecto popote”, si la geología lo permite. EL PROYECTO DE ESTADOS UNIDOS A comienzos de febrero del 2006, el Departamento del Interior de los Estados Unidos dio a conocer que delimitaría un área conocida como arriendo 181 cerca de las costas de Florida. A fin de abrir otros 2 millones de acres en el Golfo de México (GM) a la perforación, se actuó con base en el plan 2007-2012 del DI para el petróleo y el gas. Dicha propuesta de licitación significa más de dos tercios del área conocida como arriendo 181 que yace a 160 kilómetros de la costa de Florida. Las posibilidades de que se inicie la explotación en esa área son grandes, ya que, a diferencia de otros momentos en el pasado, el DI cuenta con la autoridad para abrir dicha área sin aprobación congresional. Hasta ahora, las aguas de Florida habían estado protegidas de nuevas perforaciones por una iniciativa presidencial que puede ahora ser revocada por el Presidente George W. Bush bajo el actual plan quinquenal del DI. Si
bien los congresistas y los políticos de Florida estaban de acuerdo en
la perforación de un cierto número de acres, ésta había
estado prohibida, de manera permanente, en áreas cercanas a las costas
de ese estado, en particular en lo que concierne a la parte oriental del GM.
De aquí que, a fin de lograr la licitación del arriendo 181, la
administración Bush cambió la definición de su ubicación
en el Golfo Oriental para clasificarla como parte del Golfo Central, acompañada
de un discurso en el que se afirma que no amenaza la costa de Florida. Si bien la producción petrolera en el GM es costosa, las compañías han gozado del programa de alivio fiscal por el cual no tienen que pagar un impuesto del 12% por el petróleo y gas que producen. Ésta es la manera en que el gobierno estadounidense ha venido apoyando el desarrollo en aguas profundas de lo que se considera como la “nueva frontera”. Ésta última es fundamental, habida cuenta de los horizontes geológicos del territorio estadounidense, si bien hasta el momento sólo alcanzan alrededor de 20 mil millones de barriles en reservas probadas, en lo que corresponde a la parte estadounidense del GM. LA ESTRATEGIA CUBANA Si bien las reservas cubanas no parecen ser significativas (480 millones de barriles de crudo convencional, si bien las potenciales se estiman mayores) hay quienes dentro y fuera de Cuba consideran que aún existen importantes reservas de hidrocarburos por descubrir, lo cual es importante para un país que debe importar este recurso para su desarrollo. Los datos del potencial petrolero en la Zona Económica Exclusiva (ZEE) cubana no son del todo claros. Se cree que al norte y noroeste de la isla puede haber estructuras geológicas profundas de crudo ligero. Cuba ha dividido su ZEE en 59 bloques de 2,000 kilómetros cuadrados cada uno, en los que ya participan empresas petroleras de diversos países como Brasil, España y Canadá. Considerando estos desarrollos se ha venido incluso tejiendo la idea de convertir al país en un exportador de petróleo. Con o sin bases para ello, hay grandes expectativas en este sector. Todo indica que las “aguas profundas” cubanas son una frontera exploratoria de alto riesgo. En caso de descubrir petróleo, esto suscitaría presiones sobre la administración republicana y la política exterior de los Estados Unidos contra el Estado Cubano a través de la Ley Helms-Burton, que penaliza a terceros y restringe a los propios connacionales que pretendan negociar con Cuba. Esta ley está dejando fuera de la jugada a las multinacionales de Estados Unidos que pretenden hacer negocio con petróleo cubano. En tanto, Cuba ya está ofreciendo una apertura total para actividades de exploración y desarrollo en algunos de los 59 bloques que integran la reserva en aguas profundas del GM a través de contratos de producción compartida que otorgan beneficios fiscales flexibles. La reunión del Hotel Sheraton, entre 45 representantes de firmas estadounidenses con funcionarios cubanos, giró en torno a la posibilidad de explorar 43 de 59 bloques de aguas profundas en su zona marítima. Los estadounidenses sabían bien la oportunidad que se les presentaba. De acuerdo con el organizador del encuentro Kirby Jones, “este es el primer sector en que Cuba tiene algo que Estados Unidos necesita”. La posibilidad de efectuar trabajos exploratorios en territorio cubano ha empezado a generar presiones para que el gobierno estadounidense levante su embargo comercial. La industria petrolera estadounidense ha estado observando de lejos los hallazgos de la española Repsol-YPF en la zona y ahora no parece estar dispuesta a quedar excluída de las actividades corriente arriba en razón de las políticas del Estado norteamericano. Al igual que ocurrió con Libia, Iraq e incluso Irán, donde hubo y hay prohibiciones para que las firmas estadounidenses realicen inversiones en esos países, los intereses de la industria petrolera empiezan a encontrar diferencias con la política exterior del Estado norteamericano. Una solución a favor de las corporaciones parece difícil, habida cuenta del significado de la Cuba de Fidel para los Estados Unidos, pese a los estrechos vínculo de la administración republicana con las corporaciones energéticas. IMPLICACIONES PARA MEXICO El asunto del Sheraton se aúna a otros acontecimientos que han dañado, en últimas fechas, la relación bilateral. El gobierno mexicano trató de bajar el perfil del incidente al no presentar nota de protesta al gobierno estadounidense. Argumentó que no existió una violación a la soberanía de México, ya que no hubo una sanción de Washington contra una empresa mexicana, por no existir una sanción de carácter administrativo. Sin embargo, la sociedad mexicana manifestó su indignación por el suceso. En ausencia de una protesta formal por parte de la Secretaría de Relaciones Exteriores –una muestra de subordinación a Washington– el gobierno del Distrito Federal sancionó al hotel por irregularidades en sus operaciones y permisos, reduciendo el incidente a un problema entre particulares. La aplicación extraterritorial de leyes de los Estados Unidos en territorio mexicano representa una violación a la soberanía mexicana y la anuencia del presidente Fox, una velada aprobación a estas acciones. El término jurídico “aquiescencia” denomina el precedente que se sienta para permitir que esta acción se repita. En el contexto de una política exterior sin rumbo, esto debilita la posición internacional de México. Por otra parte, el acontecimiento puede crear un precedente en la competencia por explotar petróleo en aguas profundas del GM. En México, existe una la línea de argumentación en el sentido de que la única posibilidad de explotar el GM, dados los candados a la reforma fiscal, es la asociación con empresas trasnacionales extranjeras. Mientras se aprueban los cambios constitucionales que abran la industria petrolera de México a la iniciativa privada, Pemex arregla alianzas con las grandes petroleras para incursionar en aguas profundas y extraer reservas que, según se anuncian, serían del orden de los 54 mil millones de barriles. En este sentido, Pemex ha analizado opciones de explotación con las empresas ExxonMobil; BP; Shell; Chevron, TotalFina; y la brasileña Petrobras. Es claro que la incursión de las petroleras en el GM podría acelerar el proceso de “desmonopolización” de la empresa mexicana. La competencia por nuevas fronteras no es privativo del GM. Las compañías petroleras y gaseras gastan grandes cantidades de dinero en campos conocidos en regiones como Africa Occidental y el Mar Caspio, a fin de garantizar la producción mundial futura. La geopolítica en el Golfo de México (GM) convierte a Cuba en un factor estratégico para los intereses regionales de los Estados Unidos por la posibilidad de que se incrementen las reservas petroleras cubanas. Para México, la carrera por explorar la nueva frontera podría significar presiones para que Pemex efectúe las alianzas estratégicas que le permitan incursionar en las aguas profundas del GM sin esperar a los cambios constitucionales requeridos para no quedarse a la zaga en la contienda por los recursos petroleros
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