Regresar a la lista artículos | Inicio Convertir los residuos sólidos urbanos en energía La generación de energía eléctrica con residuos es una opción técnica y económicamente viable que tienen los gobiernos municipales para resolver un problema que deteriora gravemente el medio ambiente. ROCÍO SARMIENTO TORRES* Aunque los hidrocarburos seguirán siendo la base de la producción de energía aún por varias décadas más, la sociedad actual se enfrenta a una etapa en la que se vislumbra el posible agotamiento de las reservas petrolíferas internacionales. Así, no deja de ser preocupante la ausencia de una búsqueda formal de sustitutos que permitan el abastecimiento futuro de energéticos. Junto con esa necesidad de garantizar el abastecimiento de energía, es esencial proteger el medio ambiente y fomentar el uso racional de los recursos. Entre más industrializado es un país, la cantidad de residuos que se genera es mayor, con una disminución de los orgánicos e incremento de los inorgánicos. Éstos últimos poseen un elevado porcentaje de sustancias químicas de muy diversas composiciones que pueden tener características peligrosas. Algunas, como los productos sintéticos, poseen un contenido energético que es susceptible de ser aprovechado. Es un problema grave el depósito de estos residuos mezclados (urbanos, industriales, comerciales y de servicios) en tiraderos municipales, ya sean a cielo abierto o rellenos sanitarios y aún en una gran cantidad de sitios clandestinos, por el riesgo que representan. El desarrollo económico y el uso desmedido de productos y materiales, ligado a las grandes concentraciones urbanas, provoca que se rebase la capacidad de las autoridades gubernamentales para proporcionar los servicios básicos que implican su: recolección, transporte, clasificación y destino final, implicando costos elevados de manejo y consumo de energéticos. En los países en vías de desarrollo, terminan en rellenos sanitarios cantidades significantes no valoradas, una vez que se han separado las porciones que pueden ser recicladas o reutilizadas, sin que todavía se tome en cuenta seriamente su diversificación hacia otras prácticas de manejo integral contempladas en los países desarrollados, que tienden a un creciente aprovechamiento energético mediante tecnologías probadas y que mejoran día con día con el objeto de disminuir sus costos, demostrando así su viabilidad. De esta forma, el enfoque que se da a los residuos es el de “recursos que deben ser aprovechados”, teniendo como prioridad evitar en lo posible su generación y fomentando una cultura del no desperdicio que permita lograr un futuro más limpio y saludable para las nuevas generaciones. Esto hace de gran importancia el cumplimiento con la legislación en materia de residuos sólidos que ha sido emitida por los gobiernos federal y del Distrito Federal, para la clasificación y valoración de los residuos, promoviendo mercados que permitan la optimización de su reciclaje y reutilización, que al mismo tiempo disminuyan las porciones que llegan a los rellenos sanitarios. Esta legislación presta atención a la obtención de una mayor eficiencia en el manejo y disposición por parte de las autoridades para abatir costos y, además, conduce a que se entierren las menores cantidades posibles para un óptimo uso del suelo, cuyo valor económico en la Ciudad de México o en cualquier otro lugar puede ser mucho mayor. En países desarrollados como Japón –que posee un territorio pequeño– se le da un gran valor al suelo en comparación con la República Mexicana. Por este motivo, no se desperdicia o malutiliza enterrando la basura, sino que se han seguido mejores prácticas como es la incineración y recuperación de energía. Estados Unidos y varios países europeos –destacando Dinamarca, Francia y España– también han optado por esta práctica para una proporción significante de sus residuos sólidos municipales, con una tendencia cada vez más obligada hacia el aprovechamiento del calor producido de manera directa o para generar energía eléctrica. La industria del aprovechamiento energético de los residuos ha tenido altibajos en el transcurso del tiempo debido a que la producción de energía eléctrica por este medio implica un mayor costo que con el consumo de combustibles convencionales. Esto es por el estricto control de contaminantes requerido conforme a la legislación internacional prevaleciente, pero también porque los combustibles fósiles son aún baratos, ya que son subsidiados al no considerar el costo ambiental implícito en su utilización. Si se considera el valor de los residuos por su contenido energético, éstos pueden representar un potencial que permita coadyuvar a satisfacer algunas de las necesidades de los servicios en comunidades pobres, proporcionando energía calorífica o eléctrica.
De los residuos considerados en la anterior tabla, se tiene un potencial energético de alrededor de 223.3 MW; que considerando el factor de planta (90 %) y la eficiencia de generación de energía eléctrica (35 %) daría una generación de 70.3 MW, que proporcionarían la energía requerida por 362,252 usuarios (promedio nacional, consumo doméstico 2003 – 143 kWh/usuario mes). En Monterrey N.L., con la generación de 7 MW, se proporciona alumbrado público a 7 municipios y se bombea el agua potable. En México, tradicionalmente los residuos sólidos urbanos orgánicos únicamente se han utilizado para la fabricación de composta, como mejoradora de suelos, aunque no de manera extensiva. Actualmente, sin embargo, comienzan a ser valorados para aprovechar su contenido energético. Los primeros esfuerzos han sido encaminados a aprovechar el biogás de los rellenos sanitarios ya existentes y que aún poseen un potencial adecuado para la generación de energía eléctrica. Se estima, no obstante, que la creación de nuevos rellenos sanitarios debería ser la última alternativa a seleccionar, existiendo otras técnicas como la biodigestión de materia orgánica para la generación de biogás (con aproximadamente 60% de metano), que produce un subproducto con mayor proporción de nutrientes que la composta para el mejoramiento de suelos degradados. También se pueden aprovechar los procesos químicos y biológicos para la obtención de diversos biocombustibles. Cualquiera que sea la alternativa seleccionada, se pueden obtener, como consecuencia, grandes beneficios ambientales, entre los que se encuentra la reducción de gases de efecto invernadero (principalmente bióxido de carbono y metano), lo que también es importante debido a que posibilita la obtención de financiamientos a los proyectos mediante el Mecanismo de Desarrollo Limpio. Hay otro tipo de problemas ocasionado por los residuos sólidos urbanos, dispuestos en lugares inadecuados. En el Distrito Federal –la zona con la mayor densidad de población del país– se presenta un conflicto más de tipo social, en el sentido de que nadie quiere tener tiraderos cercanos a sus hogares, no sólo por los malos olores, por el aspecto desagradable o por factores de insalubridad, sino por la pérdida del valor económico de las propiedades, lo cual aunado a la conurbación de muchas zonas provoca una constante presión hacia las autoridades. De esta manera, cada vez se tienen menos alternativas para la selección de sitios adecuados, conforme a la legislación vigente, existiendo también una constante lucha entre autoridades de la Ciudad de México y las de las entidades federativas y municipios conurbados, para que ninguno deposite sus residuos en territorio fuera de lo que corresponde a su jurisdicción. Así hay menos oportunidades de contar con sitios alejados de la población en que se puedan depositar los residuos, haciendo imperante que se comiencen a buscar otras alternativas viables para su tratamiento que los haga menos peligrosos y que minimice su volumen para ocupar extensiones de terreno no tan grandes como las necesarias para los rellenos sanitarios en que se depositan residuos sin ningún tratamiento. *Estimado
con la fórmula: Hinf. = Hawf *C – 2445 *W en KJ/Kg Como
se puede apreciar en la tabla anterior, el PCI estimado para los RSU, sin considerar
la separación de la materia orgánica, ni de los reciclables, sería
de casi 5,000 kJ/kg (1,196.17 kcal/kg), el cual se incrementaría a casi
7,000 kJ/kg (1,674.64 kcal/kg) una vez realizada la separación, quedando
una proporción de orgánicos de aproximadamente 2.8 % y de inorgánicos
de 97.2 %; conforme al balance realizado de los RSU de la Ciudad de México
se estima que puede llevarse una cantidad de aproximadamente 4,269 Tons/día
a tratamiento térmico (incineración y generación de energía
eléctrica). Con este último PCI y esta cantidad de RSU se tiene
un potencial para la generación de energía eléctrica de
aproximadamente 345 MW; que considerando el factor de planta (90 %) y la eficiencia
de los equipos del orden de 35 %, daría una capacidad de 109 MW. En general, los costos de energía eléctrica para cubrir los servicios públicos que proporcionan los gobiernos estatales y municipales son elevados, habiéndose enfrentado las paraestatales Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Luz y Fuerza del Centro a la necesidad de hacer cortes en el suministro por falta de pago. Esto obliga a que se busquen todas las posibles alternativas técnicas y económicamente viables que reduzcan estos costos o que conviertan a los gobiernos municipales en autoabastecedores, ya que cuentan con recursos energéticos, como son los diferentes tipos de biomasa residual (residuos sólidos municipales, residuos de áreas verdes y de limpieza de bosques, residuos animales, aguas negras) que pueden coadyuvar a cubrir dichas demandas; con el beneficio adicional de mejorar y preservar el medio ambiente. La Ciudad de México tiene una demanda creciente de energéticos que puede comenzarse a cubrir con la adopción paulatina de tecnología tendente al aprovechamiento de los residuos sólidos que produce, definiendo líneas de actuación futuras que permitan reducir la dependencia de las energías fósiles. Deben buscarse alternativas que puedan dar resultados en el corto plazo, por la premura con que es necesario actuar para resolver el problema de los residuos sólidos.
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