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A ojo del amo engorda la vaca

Rescatemos la industria petrolera con el talento de los técnicos nacionales.

MARIO HERNÁNDEZ SAMANIEGO*

Llama la atención, por tímida, la inconformidad que el secretario general del sindicato petrolero ha expresado respecto de la reducción masiva de personal sindicalizado y no sindicalizado de las áreas técnicas y operativas de Petróleos Mexicanos. Política producto de un acelerado contratismo (en buena medida extranjero), acompañado de administración abultada e inepta, presupuesto exiguo e inconformidad timorata del sindicato, todo ello conduciendo a la desintegración acelerada de la empresa.

Es difícil precisar si se trata de incompetencia, falta de coraje o de propósito deliberado de aplicar la estrategia que sigue el marido que se deja poner cuernos en su propia casa para privatizar a la “vieja” sin que le cueste y sin que lo culpen los vecinos.

Cualquiera que sea el motivo, el hecho es que se está convirtiendo a la institución en chatarra física y operativa comenzando por su destecnologización, despidiendo masivamente a profesionales, técnicos y trabajadores que saben cómo manejar las operaciones; fabricando doctores en vez de tecnología en el Instituto Mexicano del Petróleo y obviamente, instalando en puestos clave funcionarios improvisados que con cara de WHAT toman decisiones trascendentes sin temer consecuencias.

Aunque quepa dudar de la razón de todo esto (si es que la hay), no cabe duda que, independientemente del agotamiento acelerado de los yacimientos de petróleo y gas, el Estado está perdiendo los recursos imprescindibles para la producción, especialmente el recurso humano que tanto esfuerzo costó formar. Bien señala la prensa que a los jóvenes ya no les atrae la ingeniería ya que ni en Pemex, ni en la mermada industria de fabricación de equipos y materiales (que ahora importan los contratistas), ni en la industria petroquímica pública y privada que languidece a paso veloz, hay posibilidades de empleo. Así, pian pianito, como no queriendo, la industria petrolera, petroquímica y de transformación pierden capital tecnológico y humano.

En las áreas de transformación industrial de Pemex el contratismo se ha posesionado de las especialidades de diseño, ingeniería, construcción y mantenimiento (aún no se mete con la operación), entanto que en exploración y producción la invasión es masiva y cubre todos los ámbitos. Los grandes jefes en las oficinas centrales ordenan, los contratistas puestos pa’ lo que se ofrezca, y los cuadros técnicos tranquilamente hechos a un lado y dejando hacer. ¿Y si algo sale mal? Ni modo, son órdenes.

En realidad, si las refinerías actuales son insuficientes, no sólo por pocas, sino por mal operadas y mantenidas, y si la exploración y desarrollo de yacimientos está cada día en mayor y mayor grado en manos extranjeras, ya no importa que se trate de incompetencia o de acción deliberada. El resultado final es dejar la industria en manos cada vez menos mexicanas y de paso cerrar la puerta a la formación de ingenieros y técnicos mexicanos y al desarrollo y aplicación de tecnología nacional. ¿Seguirá pensando el grueso de la población que todavía vale la herencia de don Lázaro y que el petróleo es un don de la naturaleza en beneficio de los mexicanos, cuando ve que países que no lo tienen la pasan mejor? Sin duda se preguntan, ¿si hay quien la maneje mejor, ¿por qué no darle chance? A la mejor así nos toca algún beneficio.

¿Pero hay quien le entre al toro? Nadie en sus cabales es tan ingenuo como para entregar en calidad de impuestos el 60% de sus ingresos brutos a un gobierno que no ha sido capaz de captar recursos suficientes para gobernar al país sin matar de inanición a la vaquita petrolera. Además, ¿quien va a querer adueñarse de fierros viejos mal mantenidos? La cosa no va por ahí.

Para un presunto interesado tiene mayor lógica esperar a que decline la producción de petróleo (como ya sucede) y obligar al gobierno de México a pedir frías para descubrir y explotar nuevos yacimientos a cambio de compartir la producción. Y dejar que la transformación del petróleo y la petroquímica las sigan administrando los ineptos. Con eso, no sólo se queda con buena parte del petróleo, sino con el mercado mexicano de petrolíferos y petroquímicos y sin arriesgar inversiones en un país de estabilidad dudosa y sin necesidad de ocultar que se viola la legislación. ¿Conviene esto a los mexicanos?

No hay que olvidar que la bonanza petrolera mexicana se produjo bajo la égida de mexicanos egresados de escuelas superiores mexicanas y formados al calor de la batalla. Muchos de esos profesionales, técnicos y trabajadores todavía están en aptitud de seguir trabajando y de preparar sucesores. No hay razón para que no se repita la gesta del que dio origen a la industria petrolera mexicana, siempre y cuando se reestructure la organización bajo hombres capaces de acabar con la camarilla de cuates de adorno y estorbo y dar autoridad a quienes sí conocen el negocio por atrás y por delante.

Desde luego, no es posible pedirle leche a la vaca si no se le da pastura. Si Lolita no es capaz de cobrar impuestos a los evasores de traje de etiqueta, no le alcanza para comprar pastura. Pero obligando a Lolita a que haga su chamba como Dios manda y adelantando ingeniería en México de nuevas refinerías y construyéndolas al paso que se pueda con talento, mano de obra y materiales mexicanos, buscando petróleo en tierra y en aguas someras y moderando la irracional explotación del petróleo que nos queda (recordar que una nueva provincia tarda de 5 a 10 años en producir), podemos aguantar el chaparrón (y desde luego olvidando la jalada de montar una refinería en Centroamérica y darle 230,000 barriles por día del petróleo que se nos agota). La lucha será larga porque hay que ganar mucho terreno perdido; pero no será más difícil de lo que fue en 1938.

* Fue subgerente de petroquímica y gerente de refinación de Petróleos Mexicanos (Pemex). Laboró en la empresa durante 30 años. Es miembro del Grupo de Ingenieros Constitución del 17.