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Prospectiva del petróleo 2007-2016

Esta nueva publicación de la Sener se inscribe en el debate sobre las reformas estructurales en energía y sobre la apertura del sector a la inversión privada.

SERGIO BENITO OSORIO*

El pasado 11 de diciembre la Secretaría de Energía (Sener) publicó, por primera vez, la “Prospectiva del Mercado de Petróleo Crudo”, aumentando a cinco los documentos que bajo la categoría de “prospectivas” pública anualmente. El examen del mercado del petróleo se agrega a los de gas natural, gas licuado del petróleo, petrolíferos y electricidad, en un esfuerzo de gran utilidad por sistematizar la estadística y los análisis oficiales, en beneficio de los profesionales e investigadores del sector.

Con excepción de la Prospectiva del Sector Eléctrico, cuyo origen legal la define como el inicio del proceso de planeación (1) de un servicio público que obliga al Estado a suministrar con suficiencia, calidad y al menor costo posible energía eléctrica a la sociedad, las demás “prospectivas” no tienen esa trascendencia porque cubren procesos que caen dentro de la esfera de Petróleos Mexicanos y esta entidad –aunque parezca extraño- no tiene la obligación legal de planificar sus actividades. Las facultades de planear y conducir la política energética nacional(2) son de la Sener pero, en los hechos, ha abdicado de ellas debido a que los últimos gobiernos decidieron reducir la presencia del estado en el sector y no tener una política energética integral para que, poco a poco, el mercado fuese el conductor de estas actividades.

Bajo esa circunstancia, la prospectiva sobre el mercado del petróleo muestra -como dice la Secretaria Georgina Kessel, en la presentación del documento- “las posibles dinámicas que se esperan… para la próxima década y los retos que ello representa”.

Específicamente la introducción del documento señala: el cuarto capítulo es la parte central ya que analiza cada una de las variables que influyen en la configuración futura de la industria petrolera, así como las condiciones de la demanda, producción, comercio y los niveles de inversión asociados. Define dos escenarios: uno “Bajo”, que mantiene sin cambios los niveles de inversión que ha registrado Pemex durante los últimos años y otro “Sobresaliente”: “cuyas premisas de montos de inversión se diseñaron para la realización de las reformas estructurales que requiere el país, con el propósito de elevar la rentabilidad social y económica de la inversión, y con ello incrementar, de manera significativa, los recursos destinados al desarrollo de infraestructura.”(3) 

Pero… ¿cuáles son las reformas que requiere el país? La prospectiva no las define, en cambio, durante los últimos años se ha denominado reformas estructurales a los proyectos de apertura a la inversión privada de las actividades que constitucionalmente son reservadas al Estado. ¿Es esto lo que se pretende? Si es así, los autores deben dar a conocer los objetivos generales y el beneficio que el país y la sociedad mexicana obtendrían, pues es evidente que ninguna reforma se justifica en sí misma. Por otra parte, ¿elevar la rentabilidad de la inversión significa, simplemente para el Estado, ganar más dinero por la venta de petróleo crudo, olvidándose del desarrollo industrial?

Veamos, de manera resumida, cuales son los aspectos centrales de los escenarios que contiene la prospectiva del petróleo y sus implicaciones.

Respecto al importantísimo tema de la dinámica que habrán de observar las reservas de petróleo del país, el escenario “Bajo” no tiene ninguna acotación, por lo que es posible deducir que, en tanto se mantenga la misma distribución de los recursos de inversión prevalecientes hasta 2006, se mantendría la tasa de reposición del 41%(4) . En cambio, en el escenario “Sobresaliente” se anota que una reposición del 100% de las reservas se alcanzaría en el año 2012(5) .

 

 

El modelo presentado por la Sener contiene algunos sesgos que no son fácilmente entendibles. Por ejemplo, en el escenario “Bajo”, la inversión considerada registra una caída abrupta (13 % en su tasa media) entre los años 2007 y 2010, lo que es muy difícil relacionar con una caída de ingresos petroleros por precios o extracción; además, el presupuesto 2008 será el más alto recibido por Pemex con más de 180 mil millones de pesos.(6) De otra parte, también cabría recordar que la inversión en exploración durante el sexenio pasado promedió 11.3 mil millones de pesos, duplicando la que se había realizado en el sexenio anterior(7), creando una inercia que si bien no es suficiente para modificar la declinación de los principales activos, si se mantiene, debería evitar caídas drásticas en la producción.

Justamente, la caída de la inversión durante los primeros años del periodo lleva a que la producción caiga a una tasa más acelerada (5%) a partir de 2011, hasta terminar en 2.1 millones de barriles por día en 2016 y una exportación de sólo 289 mil barriles, configurando una catástrofe productiva y financiera para el país.

Los montos de inversión siempre serán un tema polémico. Por más que Pemex haya revisado a fondo sus estimaciones con fines de esta prospectiva, es también un hecho que en otros momentos ha presentado cifras diferentes. Por ejemplo, al momento de la negociación de la reforma al régimen fiscal de Pemex, en 2005, los funcionarios de esa entidad ofrecieron al Senado tendencias que llevarían la extracción a 3.7 millones de barriles en 2008, al reducir la carga fiscal a la empresa; en 2003, el Director de Pemex(8) argumentó, en el propio Senado, que la extracción podría llegar hasta 3.9 millones de barriles diarios en 2010, con una inversión anual de 129 mil millones de pesos.

En el escenario “Sobresaliente” el repunte de la producción, hacia el 2012, se concentra en el desarrollo de yacimientos que a la fecha se encuentran en fases de arranque. Cantarell y Ku-Maloob-Zaap contribuirán, más o menos a partes iguales, con el 50% de 3.2 millones de barriles estimados por lo que yacimientos pequeños y otros, producto de la exploración de los primeros años, serán responsables de lograr la inflexión de la tendencia declinante de la plataforma de extracción mexicana, lo cual, al menos, se debe observar como una gran dificultad.

Hay dos elementos que gravitarán de manera preponderante en el periodo 2007-2016: la declinación de los yacimientos gigantes y la prolongada maduración de los nuevos proyectos, sea Chicontepec o los de crudo ligero en aguas profundas. En ambos casos la inversión va a tener resultados menores a los que tuvo en otras circunstancias, como ocurrió con Cantarell (que casi duplicó su producción en seis años para llegar, en 2004, a 2.1 millones de barriles), y sin embargo la inversión se debe fortalecer para mantener la seguridad energética y financiera del Estado mexicano.

Más allá de las cifras y coincidiendo en que el esfuerzo requerirá de rangos enormes y sostenidos de inversión, valdría la pena tomar el enfoque de la Secretaria Kessel, interiorizando que las finanzas públicas dependen de los ingresos fiscales por venta de petróleo crudo, pero asumiendo como criterio rector, para ordenar la estrategia petrolera del país, el equilibrio entre producción y nivel de reservas.

Si observamos los dos escenarios de la prospectiva, se identifica de manera inmediata que el esfuerzo por aumentar la extracción tiene como destino la exportación, ante las limitaciones del sistema nacional de refinación. Pero entonces, cuál debe ser la prioridad ¿invertir para recuperar la plataforma de exportación y obtener ingresos fiscales crecientes o invertir para restituir un nivel de reservas que garantice, en primera instancia, el abasto interno y la seguridad energética nacional? ¿Acaso, con una reposición del 100 % de las reservas es conveniente hacer una exportación de 1.6 millones de barriles diarios, mientras se pospone hasta el 2015 un nuevo tren de refinación, que reduce la oportunidad de asegurar el autoabasto de combustibles?

La disyuntiva no es nueva. Apareció desde que México se instaló como gran exportador mundial de petróleo. En todo caso, elegir la opción adecuada es más urgente ahora. Invertir para exportar tiene un límite temporal prácticamente inmediato, porque aún cuando se sabe que el país cuenta con recursos potenciales muy grandes, el hecho es que no se han podido desarrollar para compensar la declinación de la capacidad productiva actual, y que su proceso superará los diez años aquí analizados.

En este contexto, es claro cuál es el enfoque que tiene la prospectiva de petróleo, más allá del loable propósito de mejorar la información estadística para los profesionales del sector. Es evidente que, sobre todo, hay el interés político de un gobierno que ideológicamente considera benéfico para el país abrir la explotación petrolera a la inversión privada, pero que requiere establecer con toda precisión las ventajas de la opción que pretende y hasta la fecha no lo ha hecho.

De este modo, la Prospectiva del Mercado de Petróleo Crudo se inscribe en el debate sobre las reformas estructurales en energía y sobre la apertura del sector a la inversión privada. Ojalá más que un debate ideológico, y antes de modelar las metas de extracción de hidrocarburos, se pudiera coincidir en definir cuáles son los términos de la función reservas-producción, como aspecto toral de una nueva política petrolera nacional.

 

(1) Detallado en el capítulo VIII del Reglamento de la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica, que a su vez depende del artículo 36 bis de la citada ley.

(2) Artículo 33 de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal.

(3) SENER, “Prospectiva del Mercado de Petróleo Crudo 2007 – 2016”, página 90.

(4) Op. Cit, p. 62.

(5) Ibid, p. 100.

(6) Ver Decreto de Egresos de la Federación 2008, DOF, 13 dic. 2007.

(7) “La inversión de PEMEX en exploración asciende a 68 mil millones de pesos en la actual administración”, Pemex, Boletín de prensa No. 54, 14 de Marzo de 2006. 

(8) Comparecencia del D.G. de Pemex ante la Tercera Comisión de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, 7 de agosto de 2003.

 

*Economista. Ha sido diputado federal y presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados en la LVIII Legislatura, y es miembro del Observatorio Ciudadano de la Energía, www.energía.org.mx, (sosorir@hotmail.com).

 

Energía a Debate es una revista bimestral de análisis y opinión de temas energéticos,
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