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Mitos
y realidades de las aguas profundas en México
Este tema, como tantos otros
asuntos en Pemex, se presta para la polémica. Pero es un tema urgente
y más vale pensar en serio cómo se va a afrontar este nuevo reto
de la industria petrolera nacional.
GEORGE
BAKER*
A
partir del año 2010 se tendrá que contar la historia del petróleo
en México en términos de los programas de exploración y
producción en aguas profundas afuera del plataforma continental.
Es poco tiempo, dado que proyectos de esta naturaleza requieren 5 a 7 años
de maduración, y que apenas en el año 2004 se ha comprobado la
existencia de depósitos comerciales gracias a los resultados positivos
de la perforación de Nab-1. En el año 2005 se van a perforar unos
5 pozos más en este programa de perforación que es de tipo piloto.
¿Qué tan urgente y qué tan relevante es el desarrollo de
los yacimientos que se piensa están en tirantes de agua de 1,000 metros
o más?
Primero, hablando de las opciones, no hay de otra. El campo supergigante Cantarell
empezará a declinar en los próximos años (no se sabe si
va a ser en 2005, 2006 ó 2007). Cantarell es lo rentable de la industria
petrolera nacional. Los demás campos son marginales en comparación.
Hablando de costos, como comentó Luis Ramírez Corzo, cuando era
director general de Pemex Exploración y Producción (PEP), el 85%
de la producción de hidrocarburos está relacionado con las actividades
del 15% de la fuerza laboral de la subsidiaria; o sea, la rentabilidad de las
actividades del 85% es baja.
Es de dudarse que exista otro campo equivalente en México. Por lo tanto,
la declinación de Cantarell, con sus 2 millones de barriles diarios,
es un asunto grave. ¿Qué acciones tomar? Para obtener una respuesta
viable, es necesario deshacerse de algunos mitos que se ventilan tanto en los
medios como por radio pasillo en los partidos políticos y en las ONGs.
Identificamos
6 mitos:
1. No es urgente hacer algo; es otro cuento foxista para alarmar al Congreso.
2. Pemex puede comprar la tecnología y el know-how en el mercado; no
es necesario ni aconsejable involucrarse con las empresas internacionales.
3. La figura de los contratos de servicios múltiples (CSM) puede servir
para atraer a empresas calificadas a aquas profundas.
4. Se violan principios fundamentales de la Constitución, si participan
las compañías petroleras en una figura de tipo no-CSM.
5. Las instancias reguladoras actuales son adecuadas para proyectos en aguas
profundas.
6. El dejar entrar a México las compañías petroleras es
equivalente a perder la independencia energética y un eslabón
de la soberanía nacional.
A
ver:
1. Es cuento foxista. La realidad es que Pemex tiene más de diez años
elaborando estudios de la sección mexicana del Golfo de México.
El campo Cantarell tiene más de 20 años en producción.
Normalmente, es de esperarse que un campo fuerte pueda producir por 20 años,
25 años con suerte, y 30 años con la intervención de los
santos. La geofísica petrolera no es ciencia confeccionada por el gobierno
encabezado por Vicente Fox. No contar con un sustituto viable para Cantarell
es arriesgar la plataforma de exportación y, con ella, las finanzas públicas.
2. Comprar o rentar la tecnología y el know-how. Tal vez, con 20 años
de anticipación y contando con un presupuesto adecuado para tal finalidad,
PEP, con la colaboración de su brazo de investigación científica
e industrial, el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), podría
reinventar (o redescubrir) la tecnología actual. Pero hay dos inconvenientes:
(a) ni los 20 años ni el presupuesto existen, y (b) aunque existieran
los dos, empezando hoy la tecnología internacional estará avanzada
en otra etapa dentro de 20 años. La realidad es que poca tecnología
de punta está a la venta. A las renombradas compañías internacionales
de oilfield services y de perforación no les interesa un proyecto en
aguas profundas, salvo que la compensación sea en efectivo y que Pemex
asuma todos los riesgos.
3. La figura de los CSM. Si fuera cierto que la figura del CSM pudiera atraer
las grandes compañías internacionales (los majors) a proyectos
de aguas profundas, estas compañías habrían participado
en la primera y segunda rondas en la Cuenca de Burgos. Por tratarse de proyectos
en tierra, los riesgos, en comparación con proyectos en aguas profundas,
son mínimos.
Con la excepción de Petrobras, las compañías líderes
en aguas profundas no entraron en las licitaciones por varios motivos, entre
ellos: (a) La falta de un mecanismo de compensación que relacionara el
pago con las condiciones actuales de mercado; (b) la falta de un mecanismo que
permitiera el la contabilización de los hallazgos del contratista en
su registro de reservas; y (c) la incertidumbre en el entorno político-jurídico
en relación a los contratos (el hecho de que Repsol tuvo que defender
su contrato ante un juez federal es precisamente el escenario que las demás
empresas quieren evitar).
4. Se violan principios fundamentales de la Constitución. En todo el
mundo, excepto unos 50 estados de la Unión Americana, el gobierno federal
(o la Corona en su caso) es el propietario de la riqueza del subsuelo. Es así
también en los Estados Unidos en aguas más allá de los
límites de tres millas en los estados costeros. En su visión y
planteamientos constitucionales sobre la riqueza del subsuelo, México
no es único; al contrario, es típico.
El
Artículo 27 Constitucional, párrafo 4, señala, entre otros
conceptos, que el dominio de la Nación es inalienable e imprescriptible
y la explotación, el uso o el aprovechamiento de los recursos de que
se trata, por los particulares o por sociedades constituidas conforme a las
leyes mexicanas, no podrá realizarse sino mediante concesiones, otorgadas
por el Ejecutivo Federal, de acuerdo con las reglas y condiciones que establezcan
las leyes .
Ese
párrafo expresa el espíritu del Constituyente de 1917. El significado
del término concesiones en 2005 no es lo mismo que entonces, cuando era
equivalente a un derecho de aprovechamiento tanto físico como industrial
y comercial de yacimientos de hidrocarburos. Lo que significaría concesión
en el siglo 21 sería el derecho de realizar actividades de exploración
y explotación bajo un esquema que se tendría que definir en la
ley, en el caso del petróleo.
Además,
en 1960a mediados del siglo se agregó una oración que dice: Tratándose
del petróleo (y de los hidrocarburos)...no se otorgarán concesiones
ni contratos ni subsistirán los que, en su caso, se hayan otorgado .
Esta oración se refirió a varios contratos que en aquel entonces
existieron un caso histórico ya superado y va en contra del espíritu
original de la Constitución. Para evitar ambigüedades y para dar
seguridad jurídica a las compañías, habría que volver
al espíritu de la Constitución de 1917, eliminando esa oración
y definiendo los términos concesiones y contratos con precisión
en las leyes.
Habría
que cambiar, sobre todo, las leyes, es decir, la ley petrolera (que regula el
Art. 27 Constitucional en materia petrolera) y las leyes de adquisiciones y
obras públicas.
Se
tendrá que modificar el Art. 6 de la ley petrolera (la vigente data de
1958) para que esté claro el concepto de que el Estado puede designar
la figura de contratación que ofrezca el mayor conjunto de beneficios
en términos del costo, del efecto como detonador económico, tiempo,
riesgo y protección ambiental, estando prohibida la enajenación
de los hidrocarburos y el derecho de comercializarlos por cuenta propia.
En
relación a la Ley de Adquisiciones y Obras Públicas, habría
que agregar una cláusula (o quizás más de una) para flexibilizar
la contratación en materia de servicios y obra pública para los
proyectos estratégicos del Estado. Pemex, hoy, necesita esa flexibilidad,
así como su propio sistema de contratación. Se ha visto que una
ley para la compra de lapiceros para instituciones de educación pública
no sirve para los grandes proyectos de una empresa petrolera. Hoy, esta flexibilidad
no existe y el contratista tiene que especificar el dónde, el cómo,
el cuánto y el cuándo en su oferta, en vez de que se le permita
buscar la solución técnica en la forma más eficiente en
el transcurso del proyecto.
5)
Las instancias reguladoras son adecuadas. No existe hoy una instancia reguladora
para la parte medular de la industria petrolera que es el upstream (exploración
y producción). La CRE no tiene ni las facultades ni tampoco el personal
calificado. La Sener tiene conflictos de interés: su titular es una especie
de regulador, pero también encabeza el Consejo de Administración
de Pemex. Aparte, la Sener no cuenta con un solo geólogo petrolero de
tiempo completo en sus filas.
Durante este sexenio, funcionarios y consultores de la Sener han realizado visitas
a Brasil y a Noruega en busca de una visión de la naturaleza y las facultades
de sus respectivas instancias reguladoras para el upstream. El Directorado Petrolero
de Noruega es tal vez el más conocido internacionalmente. Las instancias
de esta tipo se encargan con las licitaciones internacionales que involucran
empresas petroleras en la exploración y producción.
En México, siendo que actualmente PEP se encarga de la administración
de estas licitaciones, sería difícil para el gobierno insistir
en que tales licitaciones en el futuro sean manejadas por un nuevo regulador
independiente o consejo técnico para la exploración y explotación
de hidrocarburos. Por cierto, en la Sener tienen desarrollado un anteproyecto
de esta naturaleza.
6) La pérdida de soberanía. La independencia energética
si se mide por el volumen, el costo y la tendencia de las importaciones de gas
natural y productos refinados ya se está perdiendo. ¿O no deben
entrar en estos cálculos los volúmenes de gas natural licuado
que se van a suministrar a la CFE en Altamira, Rosarito y Manzanillo?
¿Estados Unidos por el hecho de importar más de 50 por ciento
de sus necesidades de petróleo crudo y Japón que importa más
de 90 por ciento son países menos independientes por el alto nivel de
importaciones?
La independencia es bonita como concepto en los libros gratuitos de la primaria
y secundaria. La palabra también cuenta con un valor literario e histórico,
pero su valor presente neto en términos económicos y financieros
es poco. Puede ser que la meta no deba de ser independiente en energía,
sino dependiente, con mucha previsión y con los candados necesarios.
Con respecto a la soberanía nacional, ¿cómo es que las
actividades en el mar de empresas internacionales petroleras pueden poner en
entredicho los valores y la cultura política de un pueblo?
Entonces,
¿Qué hacer?
1) Insistir en que la Sener dé a conocer un anteproyecto para impulsar
un debate sobre el esquema y la regulación que el país necesita
para el upstream.
2) Documentar para la sociedad civil la necesidad de la explotación de
hidrocarburos en aguas profundas mediante programas de difusión.
3) Crear comisiones especiales en el Congreso, en las universidades y en otros
grupos de análisis de política petrolera para profundizar en el
estudio comparativo de las distintas opciones de contratación con empresa
internacionales, como contratos-alianza, concesiones y coinversiones.
4) Impulsar los cambios en la legislación que sean necesarios.
5) Promover consensos entre el Ejecutivo y el Congreso. Es importante que en
el futuro la contratación en materia de petróleo no sea leña
para impugnaciones que tendrían que ser resueltas por la Suprema Corte.
6) Evaluar la conveniencia de que Pemex sea S.A o sea, una empresa en toda la
extensión de la palabra.
7)
Exigir que los partidos políticos hagan planteamientos y propuestas claros
sobre el sector petrolero con referencia especial a la futura explotación
de las aguas profundas.
8)
Habría que asegurar que en Pemex exista a nivel corporativo un director
de comunicación social, sectorial y intragubernamiental que actúe
en forma proactiva y no sólo en caso de bomberazos. La tarea de explicar
la filosofía y las medidas de la instrumentación de la explotación
de aguas profundas requerirá un equipo de analistas y funcionarios que
sí sabe de la industria petrolera y de la historia petrolera mexicana.
La
instrumentación de la explotación de los yacimientos de las aguas
profundas debe ser tema de debate político de cara a las elecciones de
2006. No es un asunto de privatización. Se puede decir que el tema es
más profundo--por mucho--que el debate estéril sobre la privatización
o no de Pemex.
*Es
doctor en Historia, egresado de la Universidad de Duke. Ha sido profesor invitado
de la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Es director de la consultoría
México Energy Intelligence, con sede en Houston, Texas. Realiza reportes
ejecutivos sobre el sector energético de México. (www.energia.com,
g.baker@energia.com).