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Regresar a la lista artículos | Inicio Deliberan nanoempresarios Se integró la Asociación de Nano Empresarios de México y Anexos (ANEMYA) y nos dio su punto de vista sobre la política petrolera del país y sobre el precio de la gasolina. Mario Hernández Samaniego* En el sistema métrico decimal, la distancia se mide en metros, decímetros, centímetros, milímetros y nanómetros. En la ciencia y en la ingeniería se habla con cada vez mayor frecuencia de nanotecnología—la biblia en la punta de una aguja, por ejemplo. Pero curiosamente esta nueva tendencia no ha tenido eco en la ciencia de la economía. Se habla del gran empresario, del mediano, pequeño y micro, pero aún no se oye hablar del nanoempresario, el que opera una empresa cuyo único activo es su sola persona. De eso precisamente trata este pequeño apunte y, para el efecto, plantea la perspectiva que para el nanoempresariado tiene la problemática de Pemex. Insistentemente aparece en la prensa escrita la noticia de que Pemex está cerca, si no es que ya llegó, a la quiebra técnica, y que hay que hacer algo para rescatarlo, pero sin afectar sus aportaciones al fisco porque reducirlas sería cometer crimen de lesa patria. Dada la importancia que reviste el tema para el nanoempresariado del país, Agripino, prominente tamalero del centro histórico y presidente de la Asociación de Nano Empresarios de México y Anexos (ANEMYA), abrió la sesión señalando el serio impacto que el elevado precio de los combustibles tiene sobre los costos de producción, señalando lo ilógico de precios estratosféricos, por un lado, y el abierto reconocimiento por Pemex de que cada día se acerca más al naufragio económico. “Me pregunto”, dice Pino, “y les pregunto a ustedes, ¿por qué, si el petróleo es nuestro y no lo tenemos que importar, Pemex nos sube los precios de los combustibles todos los meses y todavía se endroga más y más? Si me vendieran la masa a la quinta parte de lo que me cuesta, ¿no sería negocio hacer tamales? Así me las dieran todas.“ Lupercio, otrora maestro tubero de Pemex, ahora jubilado y perito en sistemas hidroneumáticos, domiciliado frente a la reja de la Catedral Metropolitana, toma la palabra: “Con tu permiso mi Pino. hace treinta años cuando estaba a punto de jubilarme, la gasolina era rebarata. Los gringos decían que era más barata que en su tierra y hasta pasaban al lado mexicano a cargar sus carros. Recién me jubilé me costaba un peso llenar el soplete con gasolina y ahora me cuesta más de seis. Y eso que no teníamos la cantidad de petróleo que dicen que ahora tenemos. En aquel entonces, Pemex buscaba el petróleo y perforaba los pozos con su propia maquinaria y con sus propias gentes. Hoy nomás se oye hablar de las grandes compañías que vienen a buscar el petróleo y el gas y a perforar, porque los jefes dicen que Pemex ya no sabe leer ni escribir. Y antes nadie hablaba de importar gasolina. Sobraban refinerías--a cada rato se estrenaba una nueva y hasta exportábamos gasolina y diesel...y gas también.” Clodomiro, distinguido importador ambulante de la calle del Carmen, opina: “Fíjate, Lupe, que el otro día oí a gentes aquí en el Zócalo decir que un mexicano de cada 4 vivimos en la pobreza y un mexicano de cada cuatro vive con menos de 12 pesos diarios. No sé si allá cuando eras petrolero la friega era así, porque ahora dondequiera que te asomes ves gente arrastrando la cobija. Y si encima de eso, Pemex quiebra... ojeras de cartón. A lo macho que no nos queda otra que hacer más y más mandas a la Virgencita de Guadalupe. ¿Cómo le harán los japoneses que no tienen petróleo ni creen en la Virgencita? A lo mejor si les aprendemos podemos hacer lo mismo. Pero mientras, hay que seguir confiando en ella.” Santiago, el cuarto miembro del grupo, reconocido constructor de profesión y también radicado frente a la reja de Catedral, asiente con la cabeza y añade: “Dímelo a mí que tengo que andar para arriba y para abajo arriesgando la zalea en camión o pesera y que a cada rato nos suben la tarifa dizque porque sube la gasolina. Yo me chuto no menos de veinte pesos diarios, que son la mitad de mi raya diaria, en ir y venir a la chamba... y eso cuando hay chamba.” Sófocles, el quinto, señala: “Mira Tiago —(así le dicen los cuates por lo poco que tiene de santo)— mi bocho traga gasolina con ganas y cada mes me suben el precio y me arriesgo a que me vendan litro de a tres cuartos. Y luego la mochada para los “jefes” que nomás me andan pisando la sombra porque dicen que soy pirata. Tu nomás dime, ¿con qué ojos voy a ponerme en regla? Y todavía la gente echándome en cara que las tarifas están altas. Y tienen razón, pero ¿qué hago? Santiago replica: “Mira Sofo, guey, date de santos de que te pagan por andar sentadote todo el día y piensa en la mitad de la raza que vive con una mano adelante y otra atrás. Esos sí que están jodidos. ¿Y sabes qué, guey? No dejan de decirnos que la gasolina es cara pa’ que alcance pa’ repartir limosnas. Pero eso sí, guey, no mueven un méndigo dedo para dar chamba. Antes al revés, como dice Lupe, están cortando petroleros para traer güeros que se van con los dólares que nos tumban. ¿Y aquí que nos dejan? Nada, guey, nada. Y tu Clodo, ahí nomas calentando nalga, ¿cómo la ves?” Dice Clodo: “Yo nomás digo que antes vendía buti de cosas de plástico mexicanas, y ahora vendo pura cosa chale, bien “baras” y de buena calidad. Y me pregunto por qué los chales si la hacen y nosotros no podemos vender lo mexicano “baras” y de buena calidad si tenemos petróleo de a buti y tenemos fábricas y gente que sabe hacer las cosas bien o que aprenden fácil y rápido. Lees en el periódico que la mitad de las plantas petroquímicas están sin trabajar y nosotros hechos unos gueyes importe e importe y la raza trague y trague aire y agua, y cuando alcanza, tortillas. Ahí están los chales muriéndose de la risa metiéndonos contrabando que da ‘muina’. Te apuesto a que si en lugar de andar dando pa’ que otros repartan limosnas, los jefes de Lupe se pusieran a trabajar como Dios manda y agarraran el petróleo para hacer plásticos de a madre, otro gallo nos estaría cantando. Y los chales se irían a inundar a la suya.” Lupe insiste: “Tienes razón, Clodo. Pero te sacan el pretexto de que vale más vender el pétroleo que hacerlo plásticos, y más ahorita que está tan caro. Pero no te dicen que vuelto plásticos y vestidos y bolsas y llantas vale todavía más. Si no, cómo es que los mismos chales importan petróleo caro para hacer las cosas con que nos inundan. El otro día me decía otro viejo petrolero que sacar un barril de petróleo cuesta 4 ó 5 dólares. Nomás haz cuentas, Clodo, los chales importan el petróleo a 40 y tantos para hacer sus plásticos y todavía nos inundan teniendo nosotros petróleo de a 4 ó 5 dólares. ¿Qué crees que piensen los chales de nosotros?” Clodo: “Pos que qué peng juas somos los mexicanos y qué bueno, para seguir picándonos los ojos mientras puedan” Toma de nuevo la palabra Agripino y dice: “Ahorita que decías eso, Lupe, me quedé pensando: fíjense que a cada rato llenan el Zócalo con gente para grillar. Y de vez en cuando unos cuantos desharrapados la arman con ganas, y sirve aunque sea de a poco, qué bueno. Pero lo que me dejó tieso fue la marcha aquélla. La raza se puso de buena onda, sin que la jalaran políticos convenencieros; se juntó como nunca para que vieran que ya estaba hasta la madre de jijos. Y yo digo: ¿no se podrá llenar el Zócalo de raza que también está hasta la madre de los precios de la gasolina y del gas y de las tortillas, y de que no se aproveche el petróleo para dar de tragar a tantos muertos de hambre, pero no con limosnas... con chambas para hacer lo que tu traes contrabandeado de China?” Siguen palabras de consenso: “Órale mi Pino, lánzate. La ANEMYA estamos contigo. No nomás el Zócalo, llenamos las calles de alrededor y hasta arriba de los segundos pisos. Tu nomás di cuando y a qué horas.” Pino: “Aguántenla, primero hay que juntar machetes.” * Fue subgerente de petroquímica y gerente de refinación en Petróleos Mexicanos (Pemex). Laboró en la empresa durante 30 años. Es miembro del Grupo de Ingenieros Pemex-Constitución del 17.
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