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La integración mesoamericana: no sabemos si reír o llorar

Con este ambicioso proyecto, el Pacto de San José virtualmente se parte en dos. A Venezuela se le quedan los caribeños y a México, de este neoliberal modo, los centroamericanos.

JOSÉ ARIAS CHÁVEZ*

No sabemos si darle la bienvenida –o reír o llorar– a este audaz uso del concepto de Mesoamérica, antes reservado a los estudiosos de la historia, la antropología o la arqueología de esta región del continente que albergaba a aquellas culturas y civilizaciones precolombinas como las de los mayas, los olmecas o los nahuas, para separarlos de los pueblos más incivilizados que ellos mismos denominaban como chichimecas o bárbaros que poblaban más al norte.

Como quiera que sea, esta audacia semántica –que no sabemos si se le ocurrió a un energitecnócrata de huarache globalizado o a un sesudo geopolítico foxista o a algún raro espécimen de funcionario culto del Departamento de Estado que contemplaba las aguas del Potomac desde su oficina– es sin duda un rescate geopolítico del vocablo, pues alude ahora al actual contexto en el que esa región –cuyos bordes ciertos rancheros limitaron entre Puebla y Panamá, y que, como ya se dijo, antes definía a un vasto emporio de riqueza y civilización y a un enclave de cultura en medio del continente– ahora pues caracteriza a una región más bien sobreexplotada, empobrecida y “menos desarrollada”.

Sea donde fuera que se les haya ocurrido la audaz genialidad, sirve también para distinguir la región del México “sí desarrollado” en el norte y el orgulloso centro político y económico del país, de esas otras regiones de mexicanos pobres, rurales y más morenos (que por cierto es para quienes se construirá, sean mexicanos o centroamericanos, la Muralla Antiprietos). Sin duda, éste es uno de los atractivos de la idea para quienes desde el norte dan el visto bueno, la bendición o hasta el encargo de este ambicioso proyecto con características de regionalización económica, social y hasta étnica.

MATAR TRES PÁJAROS

Decimos que esta denominada Integración Energética Mesoamericana también se puede entender como “matar tres pájaros” no de una pedrada ni de un tiro, sino de un mero simulacro de derrame de riqueza petrolero, que pretende ser un remedo en el siglo 21 del antiguo Pacto de San José, firmado en la capital de Costa Rica hace un cuarto de siglo, cuando México y Venezuela, sus garantes y patrocinadores, eran “nuevos ricos” petroleros y sentían que se podrían dar el lujo de ser benefactores de nuestros vecinos hermanos de Centroamérica y el Caribe, región que, por aquellos años desde luego no excluía al comandante Castro de la mesa ni de la sobremesa: No como ahora en que aquel pacto virtualmente se ha partido en dos y a Venezuela se le quedan los caribeños y a México, de este neoliberal modo, los centroamericanos.

Expliquemos cuales serían los verdaderos tres pájaros que, en nuestra opinión, serían los tres propósitos de fondo, que, más allá de los objetivos energéticos nominales, serían:

1) El procurar hacer contrapeso a las “malas influencias” del tío Hugo, que se acrecienta en la región ahora con el advenimiento de otro indio moreno al poder en la Bolivia que planea llevar gas a través de su anunciado gasoducto de 5 mil kilómetros hasta el Pacífico Colombiano (entre otras cosas, seguramente para venderlo a México).

2) El proseguir con los planes de integración (¿o sujeción?, aunque no a México como podría parecer, sino a su prestatario de nombre, allende el Bravo) cuyo proyecto más emblemático neoliberal es el plan Puebla Panamá.

3) Crear de esta manera rebuscada un ámbito abstraído de nuestra legislación constitucional que en el todavía vigente artículo 27 protege a nuestros recursos naturales, reservándolos para su utilización en beneficio de México y no de las grandes empresas transnacionales, a las que así les deja un campo libre para que en los territorios sin conflictos de los socios centroamericanos de Bush, hagan y deshagan con la cuchara grande de la sacrosanta libre empresa. Es decir, un coto de caza excluido para que ahí se consume una privatización de PEMEX extra muros de México.

UN ANÁLISIS “OBJETIVO”

Lo antes dicho suena irremediablemente como el viejo discurso antiimperialista, ¿pero dejó alguna vez de ser vigente y más en una realidad como ésta?. Para intentar zafarnos de este marbete, vamos a intentar analizar con “objetividad” los hechos que se plantean en este proyecto de Integración Energética Mesoamericana.

Bajo esta bandera se auspiciaría un proyecto con un presupuesto estimado de unos 7 mil millones de dólares, dedicando 4 mil millones a una refinería dizque para que en Centroamérica se procese crudo pesado mexicano y guatemalteco (éste último, simbólico por su monto y destino) esencialmente para producir gasolina, que actualmente importamos de manera alarmantemente creciente (y que así ¿“ya no importaríamos”?).

¿Bajo qué lógica económica puede justificarse aceptar sacar de nuestro territorio una materia prima mayoritariamente producida en México y darle un valor agregado que bajo elementales cánones ni siquiera muy nacionalistas convendría que ello se quedara en México, donde además de crear empleos, es de donde se saca esa materia prima y a donde iría la inmensa mayor parte de los productos para su consumo en nuestro también alarmantemente creciente parque automotor? ¿En qué mentalidad logística sensata cabe pensar que conviene, además, pagar una cuota extra de transporte del petróleo crudo de ida y luego del costo de regreso del producto –gasolina- al mercado mexicano de nuevo? Lo anterior, además de suponer que nuestro pesadísimo crudo Maya va a ser fácil de transportar a costos asequibles, por tierra o mar, o por los inexistentes ductos.

El segundo gran rubro sería luego el de la generación eléctrica, básicamente con plantas “llave en mano” del tipo de gas de ciclo combinado, que ciertamente son más eficientes en términos estrictamente energéticos, pero que a los precios tan elevados y crecientes del nada abundante gas natural en la región, no sabemos si sea ésa la mejor opción. También se incluiría un poco de aprovechamientos hidráulicos aún costeables en el istmo, a todo lo cual se dedicarían otros casi 2 mil millones.

Aquí también probablemente estaría incluido un monto menor para el aprovechamiento adicional de la geotermia regional –que ya se utiliza marginalmente- y hasta tal vez se incluya algo de energía eólica, esperamos que más allá de la tan anunciada explotación eólica en nuestro istmo de Tehuantepec, que hasta hoy no se ha concretado, a pesar de su enorme y ostensible viabilidad.

De estos últimos temas –los proyectos hidroeléctricos convencionales, la geotermia y el viento– el plan puede presumir de que “se toma en cuenta a la energía renovable”, si bien dudamos mucho de que a este concepto se dedique ni siquiera un 3 por ciento del total, ni sombra de lo que cualquier proyecto moderno y de potencial regional merecería (por ejemplo la Unión Europea o los Estados Unidos le dedican ya más del 10 por ciento).

“INESTABILIDAD” EN LA RED"

Por otra parte, el proyecto esboza el otro rubro energético que interesa a sus creadores: la construcción de una red interconectada eléctrica regional, cuyo plus se supone que estaría en garantizar un suministro más seguro y estable del fluido eléctrico en la región. (Véase bien, en la región, no en México, donde esta red está ya integrada).Independientemente de que este beneficio se obtuviera probablemente para los países centroamericanos, cabe preguntarse si, además, no agregaría un eventual factor desestabilizador, más aún de la inseguridad política y hasta militar (guerrillas, paramilitares, kaibiles o maras) tan endémica de la región y que, ciertamente, no beneficiaría a México. Parece que, a este efecto, se dedicaría el último costo de inversión más importante con cerca de los mil millones de dólares en una red interconectada y homologada.

Así es que perdónenenos nuestro escepticismo y suspicacia, pero resumiendo, el proyecto de esta IEM, para los fines energéticos es muy dudosa su utilidad, no ya sólo para México, sino para la región en sí. Sus objetivos resultan poco realistas, inconexos, convencionales en exceso, distorsionados y con un presupuesto desequilibrado y, sobre todo, que está basado en supuestos por lo menos miopes y poco previsores, como el precio del gas natural y la problemática transportación y manipulación del crudo pesado y los costos de transporte y retransporte de la gasolina desde México y de regreso al mercado mexicano, para ya ni hablar de sus riesgos geopolíticos y hasta terroristas rasos, y su poca fe en los recursos naturales renovables abundantes en la zona.

En cambio, nos resultan muy ostensibles sus otros tres propósitos no explícitos pero reales: alinear más a la región al Espíritu del ALCA, que sólo Chávez quiere mandar lejos, y que por cierto, este proyecto también pretende ponerle “la tamalera enfrente” al venezolano (¿contarán en algo resentimientos de algún mexicano contra él?) y de paso que se le pone un valladar a las “malas influencias” suyas junto con las del aún vivito y coleando Fidel, para ya ni hablar de Don Evo y sus morales y patrióticas (¿todavía se puede usar este vocablo, señores globalizadores?) reivindicaciones. Y bueno, si de pasadita se puede beneficiar a algunas transnacionales o criollas amistades del club global, ¡pues qué mejor!.¡Tres pájaros de un solo simulacro! ¿O no?

* Profesor del Programa de Energía de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. (josex3@todito.com).