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Trasfondos de la integración energética centroamericana

Si bien México está jugando un papel protagónico como integrador de la región, en realidad cumple un papel más bien operativo que es funcional al proyecto de integración hemisférica de su vecino del norte

ROSÍO VARGAS SUÁREZ*

El 14 de diciembre del 2005, los presidentes y representantes de los países centroamericanos, de República Dominicana, así como de México y Colombia se reunieron en Cancún, Quintana Roo, a fin de acordar la integración energética para América Central. Bajo la denominada “Declaración de Cancún “, los miembros del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) definieron los proyectos para avanzar en esta alianza: la construcción de una refinería; una planta de generación de electricidad; una red de gasolinerías de Petróleos Mexicanos (Pemex), la integración eléctrica México-Centroamérica-Colombia, la integración gasera de la región, el impulso a las energías renovables y la eficiencia energética. También se avanzó en la propuesta para la construcción de una regasificadora para importar gas natural licuado de países fuera de la región en el futuro.

Este conjunto de proyectos, también publicitado como la Iniciativa Mesoamericana, si bien parece algo novedosa, en realidad no lo es, ya que forma parte del Plan Puebla Panamá (PPP) que, formalizado el 30 de noviembre del 2000, es una iniciativa, lidereada por México y el Presidente Fox, para la inversión en infraestructura para la conexión urbana y rural de algunas ciudades mexicanas del sureste, a través de un conjunto de corredores que facilitarán la circulación de mercancías. Como parte de las iniciativas incorporadas al PPP, se incluyen las referidas al intercambio comercial, turismo, enlace vial, interconexión energética, así como unión de servicios de telecomunicaciones, entre los más importantes. En materia de energía, la propuesta del PPP pretende ubicar e interconectar los mercados eléctricos a fin de promover un aumento de las inversiones privadas. Para ello se ha elaborado los siguientes proyectos: 1) El Sistema de Interconexión Eléctrica Centroamericano (SIEPAC); 2) La interconexión México-Guatemala y; 3) la interconexión Guatemala-Belice. Como parte del Plan Puebla Panamá (PPP), la Iniciativa Mesoamericana tiene como finalidad la integración de los mercados eléctricos y complementa el PPP con algunos elementos adicional de cooperación energética. La operatividad al PPP sería, precisamente, a través del Plan Integral Energético de Mesoamérica

¿Cómo se puede valorar esta propuesta de integración energética en Centroamérica? ¿A qué responde? En los siguientes renglones me propongo analizar la lógica global de este proceso que se conjuga en el Plan Energético de Mesoamérica., el cual:

(1) organiza un esquema de integración alternativo a la integración energética de América del Sur y, sobre todo, al proyecto de cooperación con naciones de Centroamérica y el Caribe lidereado por la Venezuela de Hugo Chávez; (2) forma parte de la estrategia energética continental de Estados Unidos; (3) destaca el papel operativo y funcional que pretende Washington asignar a México frente al resto del continente.

LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA

La propuesta de integración para América Central fue dada a conocer algunos días antes de la reunión de la Cumbre de las Américas de Mar de Plata, Argentina, en donde resurgió la discusión en torno a la conformación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Las naciones de Centroamérica tuvieron un papel determinante para definir el número de países (29) que se pronunciaron a favor de incorporar la propuesta del ALCA en la declaratoria final de la reunión. Así, hubo un frente mayoritario, numéricamente, respecto de un bloque menos numeroso, si bien de mayor peso económico en la región, que se pronunció en contra de incorporar el ALCA a las deliberaciones de la reunión. Este bloque menos numeroso incluyó a países fuertes de América del Sur, como Argentina, Venezuela, Brasil, Uruguay y Paraguay. Si bien la propuesta de integración queda en un compás de espera, la herida con que resultó es mortal. Un fracaso regional a la integración continental para los Estados Unidos podría resquebrajar el sistema de integración global y el aliento que imprimen a la agenda mundial en esta materia. América Central es parte de la estrategia continental de Washington bajo la expansión lógica del TLCAN, ahora del así denominado TLCAN plus o ASPAN (Alianza para la Seguridad y la Prosperidad en América del Norte).

LA ESTRATEGIA ENERGÉTICA DE WASHINGTON

El PPP, como parte del ALCA, constituye un aspecto importante de la estrategia energética para América Latina, desde el enfoque de la estrategia global de los Estados Unidos, que intenta incrementar la oferta energética global a fin de mantener un nivel creciente de sus importaciones petroleras, así como abrir espacios para las corporaciones energéticas con apoyo de las instituciones financieras internacionales. En este sentido, la integración centroamericana se entiende como una pieza en la conformación de un proyecto continental de la naturaleza del ALCA.

REFLEXIONES SOBRE VENTAJAS DE LA INTEGRACIÓN

En términos energéticos, se espera que América Latina sea una de las fuentes de más rápido crecimiento en la producción de petróleo para su exportación a los Estados Unidos. De allí la importancia por consolidar acuerdos continentales. La dependencia estadounidense de los recursos del exterior le obliga a reforzar y asegurar los recursos energéticos en el futuro. Esta estrategia, con un fuerte énfasis en las importaciones de energía, va a configurar su política exterior y de seguridad en América Latina y en el mundo. Los imperativos de dicha política exterior y de seguridad son asegurar el acceso y el transporte de los flujos energéticos. Los acuerdos comerciales también le aseguran el acceso y la expansión de sus corporaciones energéticas a través de los mercados desregulados.

Años atrás, la energía no había sido parte integral de los acuerdos internacionales o de las negociaciones globales. Ahora constituye una parte importante de los mismos, como es el caso del PPP destacando el aspecto de las interconexiones. En otros casos, su incorporación plena se da bajo el rubro de servicios, donde, de alguna manera, se incluyen prácticamente todas las actividades de las industrias energéticas. Si bien es común que los grupos corporativos aseguran sus intereses a través de las negociaciones comerciales y acuerdos internacionales –representados por las agencias oficiales de su país quienes diseñan las posiciones y traducen los intereses de dichos corporativos– en el caso de México esto no ha sido la norma respecto de sus empresas públicas.

Los acuerdos comerciales que promueven los intereses de las corporaciones en América Latina se han venido apoyando tradicionalmente en instituciones financieras internacionales, que en el caso centroamericano son el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Centroamericano de Desarrollo Económico, quienes aportarán el capital para la Iniciativa Mesoamericana. Los montos del financiamiento y la importancia misma del sector convierten a los proyectos centroamericanos en un negocio atractivo para las corporaciones extranjeras, estadounidenses y europeas. Asegurar esas fuentes de producción energética y el acceso a sus corporaciones es muy importante para Estados Unidos. Para los siete proyectos de la Iniciativa Mesoamericana se ha avanzado la cifra global de 18 mil millones de dólares, nada desdeñable para la iniciativa privada que tomará parte en el mismo. La reflexión en torno a los procesos de integración debería ser un proceso obligado, ya que determinará el futuro del desarrollo y bienestar de las naciones, sobre todo, por las hondas repercusiones que tendrá en América Latina.

MÉXICO Y LA ESTRATEGIA DE WASHINGTON

Si bien México está jugando un papel protagónico como integrador de la región, en realidad cumple un papel más bien operativo que es funcional al proyecto de integración hemisférica de su vecino del norte, en el cual se buscaría propuestas a problemas como las migraciones, la seguridad y el desarrollo económico compartido de la región. Es de destacarse el papel de aliado y vocero de la administración republicana de Estados Unidos que ha asumido últimamente el Presidente Fox. Destaca también haber incluido a Pemex por la red de gasolinerías con que va a colaborar en Centroamérica, cuando su importancia está desacreditada dentro de México.

El intento de fortalecer el liderazgo regional de México se pone en evidencia por el hecho de que en la creación del Comité Técnico de la Comisión Ministerial; México aportará un millón de dólares, en tanto son del dominio público los argumentos de la falta de presupuesto gubernamental para las inversiones en sus propias empresas nacionales. La brecha en la lógica que se observa en el discurso y el desempeño nacional muestra que el Presidente Vicente Fox es el intermediario de intereses que no corresponden precisamente a los de la nación mexicana.

*Es investigadora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la UNAM, y profesora de la maestría en estudios México-Estados Unidos del posgrado en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Es maestra en economía y política internacional por el CIDE e investigadora adscrita al Área de Estudios de la Globalidad. (rvargas@servidor.unam.mx).