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Mercado petrolero: ¿hacia dónde vamos?

Es la pregunta se que hacen los países exportadores de crudo, las compañías petroleras, los países consumidores y las organizaciones o gobiernos interesados en invertir en energías alternas. Para todos ellos, es esencial explicar y ver más allá del corto plazo.

ÁNGEL DE LA VEGA NAVARRO*

México se encuentra en los primeros lugares como productor (cuarto) y como exportador de petróleo (cuarto también entre los países no-OPEP). Por sus comportamientos se asemeja más a los países pertenecientes a la OPEP que a otros exportadores como Noruega o Canadá.

A pesar del grado de diversificación de la economía mexicana, en relación al alcanzado por los países de la OPEP, el petróleo continúa como una fuente vital para los ingresos públicos y esto va acompañado de visiones que se comparten con la mayoría de los miembros de esa organización: exportar lo más que se pueda de petróleo crudo, maximizar la renta petrolera, esperar que el uso del petróleo se alargue indefinidamente en los países consumidores, etc. De esta manera, fascinado con el mejor negocio del mundo , México durante 2004 recibió 21 mil millones por sus exportaciones de petróleo (30% más que en 2003), enviando al exterior cerca de un 50% de su producción total (1.8 millones de b/d) a un precio promedio de 31 dólares (cuando el previsto para el presupuesto de 2004 fue de 20 dólares).

Por algunos años, la determinación de los precios internacionales del petróleo se mantendrá como un tema central. No es motivo de indiferencia para la economía y la sociedad mexicanas, cuando el petróleo cae por debajo de los 10 dólares por barril, como sucedió en 1998, ni cuando mantiene la línea ascendente que, con algunos altibajos, se inició en 1999 hasta llegar a rozar los 60 dólares (precio del West Texas Intermediate), como ha sucedido en los últimos meses.

¿Se mantendrá en los próximos años esa tendencia, lo cual sería coherente con los análisis que plantean un cambio estructural en el mercado petrolero? ¿O se trata solamente de un fenómeno cíclico ( todo lo que sube tiene que bajar ), lo cual significaría que en un plazo relativamente corto se pondrían en marcha mecanismos compensadores de mercado o de otro tipo que llevarían de nuevo a una caída de los precios?

No se trata solamente de explicación sino también de previsión, con todos los riesgos e implicaciones a las que ésta última conduce usualmente. Explicar y prever es necesario para los países exportadores que requieren equilibrar sus presupuestos, para las compañías petroleras que necesitan calcular la viabilidad de sus proyectos de inversión, para los países consumidores preocupados por los efectos macroeconómicos sobre sus economías, y para las organizaciones o gobiernos interesados en invertir en energías alternas. De hecho, todos ellos han subido sus previsiones: la OPEP se ha olvidado de su franja de 22-28 dólares, para situarla más arriba; los países consumidores recalculan los efectos sobre el crecimiento y la inflación tomando como base precios más elevados que el promedio del período 1986-2000 de 18-20 dólares; los contratos de suministro a futuro anticipan también precios por encima de los 50 dólares para los próximos 3 o 4 años. En México, tanto en el nivel federal como estatal, se da un frotamiento de manos generalizado pensando en los excedentes que necesariamente llegarán y que harán innecesaria una vez más una profunda reforma fiscal.

¿Sobre qué bases se da esa elevación de las expectativas? ¿Se trata solamente de causas exógenas, básicamente relacionadas con la inestabilidad resultante de los conflictos internacionales? ¿El alza reciente se sitúa en una tendencia de más largo plazo cuyo origen se encuentra en razones más profundas y estructurales que la especulación o las coyunturas conflictivas?Aquí sólo se pueden evocar algunos temas, como elementos de respuesta.

La demanda mundial de petróleo se encuentra en constante aumento desde 2002, a tasas inesperadas (casi 5% en 2004 respecto a 2003, la más elevada en los últimos 25 años), a pesar del alza que han tenido los precios. Se insiste mucho en el crecimiento del consumo en China como el factor más dinámico de la demanda mundial, olvidando que Estados Unidos es el país que consume más petróleo a tasas muy significativas de crecimiento dentro del mundo desarrollado. La elevación del consumo interno de los países de la OPEP aumenta ahora a ritmos superiores al crecimiento de la producción. Todo eso evidencía un fenómeno que ya se creía superado: la elasticidad de la demanda de petróleo respecto al PIB mundial se ha fortalecido. Dicho de otra manera: el crecimiento de la economía mundial exige un consumo de petróleo que se incrementa a una mayor tasa que la del PIB.

El crecimiento de la demanda se da al mismo tiempo que se presentan restricciones por el lado de las capacidades de producción. Esnecesario producir más, pero la inversión en nuevas capacidades de producción ha sido insuficiente. La confianza que se tenía en los países no-OPEP, México entre ellos, no se ha visto confirmada. De hecho, la región del Mar del Norte está perdiendo capacidades de producción. Se pensaba que los países de la OPEP podrían responder de manera ilimitada, de manera particular Arabia Saudita e Irak, pero los conflictos en esa zona y las restricciones económicas y financieras de esos países han venido a replantear su papel y sus posibilidades. Se presentan, además, otros problemas en la oferta de petróleo para los próximos años: el crecimiento de la producción consistirá sobre todo en crudos pesados, la optimización de la producción en las zonas maduras encuentra límites desde hace dos o tres décadas el mundo vive más sobre la optimización de campos existentes que sobre nuevos descubrimientos , así como el desarrollo del offshore profundo y ultra-profundo o la entrada masiva de los petróleos no convencionales.

Ampliar las capacidades de producción requiere de inversiones el stock de reservas de petróleo no es fijo, desde un punto de vista económico , pero esas inversiones no se han hecho en el pasado reciente y sobre ellas pesan fuertes incertidumbres en el futuro cercano. En esta situación tomando en cuenta las tendencias de la demanda se puede pensar que las presiones sobre los precios se mantendrán con cierto grado de permanencia, aunque se puedan dar bajas por razones estacionales o de otro tipo.

Es posible que las preocupaciones respecto al cambio climático y los compromisos de Kioto se traduzcan en costos asignados a las emisiones de carbono que también incidan sobre los precios. El hecho de que se trata de recursos no renovables que tendrán un mayor grado de dificultad para su exploración y explotación, conforme se avanza en el tiempo, creará presiones adicionales, a pesar del progreso técnico y de los efectos que pueda tener sobre los costos. Cierto es que los costos bajaron de manera drástica, en particular en el campo de la exploración y producción (E&P) durante la década de los noventa entre el principio y el fin de esa década los costos de producción pasaron de 14 dólares a menos de 8 , pero eso se debió a los gastos en investigación que hicieron tanto las compañías como otros agentes, los cuales se tradujeron en reales avances tecnológicos. Esos gastos se han reducido, a pesar del alza de los precios, justo cuando se necesitarán tecnologías cada vez más complejas para encontrar y producir petróleo en condiciones y yacimientos cada vez más difíciles.

Los automatismos económicos que en otras épocas harían revertir el ciclo, se deben ahora considerar en un contexto en el que los comportamientos y acciones de los principales actores son inciertos. Las compañías petroleras internacionales, por ejemplo, no están invirtiendo en E&P como se podría esperar tomando en cuenta sus ganancias elevadas de estos años de altos precios. Las estatales encuentran también límites para desplegar sus inversiones, a causa de las exigencias financieras de sus respectivos gobiernos, a pesar de que los ingresos petroleros han aumentado. La apertura ilimitada de todas las zonas petroleras, que se esperaba irremediablemente de mantenerse los precios bajos que se dieron en promedio entre 1986 y 1998, se replantea ahora al encontrarse los países receptores en otras condiciones políticas como en el caso de Venezuela o percibirse una nueva correlación de fuerzas en el establecimiento de las condiciones contractuales.

Es posible que los gobiernos de los países consumidores intervengan, ya sea directamente, mediante apoyos fiscales a las compañías petroleras, haciéndose cargo de manera directa de gastos en investigación o impulsando una apertura plena, no sólo en los países exportadores, sino incluso en zonas de países desarrollados hasta ahora vedadas, como hace el gobierno de Bush en Alaska y en las costas de California. Pueden también intentar influenciar las reglas del juego en un mercado como el petrolero en el que el poder de mercado es clave tomando en cuenta su estructura altamente oligopolística. No van a quedar al margen de la creación de los altos niveles de renta petrolera y de su apropiación, en particular cuando se presentan elevados niveles de precios que poco tienen qué ver con los costos o con ganancias consideradas normales en cualquier industria.

¿Con una perspectiva de más largo plazo que la que proporciona la evolución de la demanda o de las capacidades de producción, la tendencia al aumento de los precios puede verse como una señal de alarma de una crisis petrolera? Cierto es que aunque existen márgenes, tanto desde el punto de vista tecnológico como institucional, para empujar a la derecha el oil peak , éste llegará inexorablemente, tratándose de recursos finitos. Ahora bien, desde el inicio de la revolución industrial han aparecido crisis energéticas, sin que se haya detenido el crecimiento económico. Las revoluciones tecnológicas se han acompañado de transiciones energéticas que conjuntamente han producido ondas largas de crecimiento. Sin embargo, no se había hecho presente la presión actual sobre los recursos, aparejada con la globalización y con la entrada de nuevos países a un estilo de desarrollo altamente consumidor de energía. Todo hace suponer, en efecto, que en los años venideros:

la demanda mundial de energía primaria continuará creciendo a menos que se presentara una depresión profunda en la economía mundial y los combustibles fósiles se mantendrán como la principal fuente;

el fin de la era del petróleo no es inmediato: el camino será largo aún para encontrar, por ejemplo, una alternativa masiva es decir, al mismo tiempo viable y económica al motor de combustión;

Los países productores y exportadores, entre ellos México, pueden pensar que tienen aún un horizonte lejano para continuar exportando y gozando de una renta, sin preocuparse por construir una base energético-económica adecuada a una era post-petróleo. Las perspectivas de los precios que hemos señalado parecen darles la razón, pero queda una pregunta: ¿a partir de qué nivel los precios del petróleo pueden incidir de manera drástica sobre la demanda al mismo tiempo que abren perspectivas duraderas para hacer rentables otras fuentes?

Los países de la OPEP no ven necesariamente con buenos ojos un aumento de los precios más allá de ciertos límites. Su objetivo es mantener una demanda adecuada de petróleo a un precio conveniente. Ni precios muy bajos ni muy elevados. Estos últimos pueden incidir sobre la demanda y hacen que sea rentable el petróleo de países no-OPEP y el uso de energías alternas. ¿Podrá esa organización asumir un papel duradero en el modo de regulación de los precios? ¿Podrá hacerlo sola o requerirá cooperar con países no-OPEP como México? ¿Debe encarar un cambio en las tendencias actuales del consumo y la posible utilización, más cercana de lo que es posible imaginar en la actualidad, de sustitutos limpios y renovables? ¿Permanecerá indiferente a las nuevas construcciones institucionales y regulatorias en el nivel internacional que, como el protocolo de Kyoto, incidirán cada vez más en materia energética? Son preguntas que un país exportador de petróleo como México no puede perder de vista, a pesar de las urgencias de la coyuntura y de una transición que hasta el momento solo parece presentarse del petróleo& hacia el petróleo.